Nuevos desafíos del feminismo

 

En un set de televisión se encuentran Miss Ayacucho, un transexual, y un sacerdote. En el panel televisivo se discutirá la oportunidad o no de que los transexuales participen en concursos de belleza, estilo “Miss Universo”. Detonante de la polémica es Jenna Talackova (Walter Talackov), el transexual ganador de Miss Vancouver, que luchó para ser admitido en Miss Canadá. El sacerdote era yo, y debo confesar mi perplejidad por participar en esta discusión surrealista. Felizmente conseguí que Miss Ayacucho peleara con el transexual, pues obviamente ella no estaba de acuerdo con que ellos participaran, en todo caso sugería que hubiera un concurso especial para transexuales (seguramente la audiencia televisiva sería muchísimo menor).

Tal evento no pasa de ser una anécdota, pero en realidad perfila lo que podría llamarse en toda regla “La cuarta ola del feminismo”, o más sencillamente “los nuevos desafíos del feminismo”. Durante siglos la mujer ha luchado, y con razón, por no ser relegada en la vida social, por no estar excluida de las actividades que tradicionalmente desempeñan los hombres, por el solo hecho de ser mujeres. Pero ahora la realidad se invierte, el mundo ha dado muchas vueltas, y algunos hombres se hacen pasar por mujeres, relegándolas nuevamente a segundo plano. La mujer antes era desplazada por el hombre, ahora que ha conseguido en gran medida una condición de igualdad, se enfrenta a un nuevo desafío: el de hombres que se hacen pasar por mujeres desplazándolas en su propio terreno. Nuevamente la mujer es subyugada por el hombre aunque de manera diferente.

Las mujeres comienzan a ser desplazadas en muchos ámbitos por hombres que se convierten en mujer. Un breve elenco da mucho que pensar: Caitlyn Jenner (anteriormente Bruce Jenner, medallista olímpico y padrastro de las Kardashian) portada de Vanity Fair, declarado “Mujer del Año” por la revista “Glamour” en el 2015. Daniela Vega, transexual protagonista de “Una mujer fantástica”, “reconocida” por el diario El Mercurio en el “Día internacional de la mujer” como una de las “mujeres” más importantes en la historia de Chile.

Sin embargo, no todo es frivolidad en el “empoderamiento” de los hombres convertidos en mujer dentro del ámbito femenino. Hay páginas más oscuras. Así, recientemente el transexual belga Nilika Dobronev mandó a la tumba a su contrincante, nacida mujer, Shang Mau Bi en los primeros instantes del primer round de “vale todo” donde peleaban. No es el primer caso, ya anteriormente el transexual Fallon Fox apabulló brutalmente a su contrincante Tamikka Brents (mujer de verdad) en apenas dos minutos, fracturándole el hueso orbital y produciéndole conmoción cerebral. Laurel Hubbard (neozelandés nacido Gavin) fue campeón internacional 2017 de halterofilia femenina en Australia. Jessica Millamán consiguió, tras tenaz lucha, ser admitida en la liga femenil de hockey argentina. Muchas jugadoras han reclamado, afirmando que tiene fuerza de hombre y, o se niegan a jugar con ella, o jugando no la marcan, por temor claro está. En fin, la lista podría seguir, pero lo que resulta evidente es que por satisfacer los devaneos de una minoría, las que pagan el plato, una vez más, son las mujeres.

A lo anterior hay que unir el delicado tema de los vientres de alquiler. Para satisfacer la demanda de niños que las parejas homosexuales reclaman, deben “utilizarse” convenientemente sendas mujeres como incubadoras vivientes. Se firma un contrato y pierden el derecho sobre el niño, aunque se encariñen con él, pues ya “lo han vendido”. Aquí la violación no va sólo contra la pobre creatura objeto de compraventa como en los mejores tiempos de la esclavitud, sino en la mujer utilizada como máquina engendradora.

La pregunta entonces es, ¿será el feminismo contemporáneo capaz de ir en contra de lo políticamente correcto y defender a la mujer real, relegada por los caprichos de una minoría? ¿Podrá hacer frente a la ideología de género en lo que se refiere a convertirla en máquina incubadora de niños para satisfacer las ansias de paternidad de los homosexuales?, ¿será capaz de hacer frente a la millonaria industria del sexo, que lucra convirtiendo a la mujer en objeto sexual, a través de prostitución, pornografía y trata de personas? ¿Estará a la altura de los desafíos contemporáneos?, ¿será capaz de rectificar el rumbo y reconocer lisa y llanamente que nada engrandece tanto a la mujer como la maternidad, y que nada puede otorgarle igual plenitud humana, pues nadie ama más que las madres, ni nadie es más amado que ellas? No lo sabemos, pero podemos esperar que “la cuarta ola del feminismo” esté a la altura de los desafíos del siglo XXI.

 

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