Prudencia, oportunidad y causa del problema social

 

Los acontecimientos relacionados con la presencia de las autoridades del gobierno en los casos de protestas de carácter social, en procura de encontrar solución a las demandas ciudadanas, constituyen un problema que merece preocupar a quienes tienen la responsabilidad de hacer buen uso del poder que les ha conferido el pueblo.

La preocupación forma parte, también, de la agenda diaria llamémosla así, de la colectividad peruana. Tal el caso de los sucesos ocurridos en la zona minera de Las Bambas. Las comunidades campesinas están haciendo valer sus derechos sobre las tierras que son ancestralmente de su propiedad, frente al abuso e incumplimiento de quienes están obligados a construir un mineroducto. El diálogo ha sido el mejor instrumento para que la autoridad encuentre respuesta al problema. Otro caso. Lo mismo se puede decir de los luctuosos acontecimientos perpetrados en San Gabán, Puno, que han dejado un saldo de dos (2) muertos y cinco (5) heridos. En dicha zona existe una pugna entre grupos que quieren el control de los cultivos ilícitos de coca. El diálogo todavía no se ha dado. En consecuencia no hay frutos.

Como resultado de ello la población vive en un estado de tensión e inseguridad. ¿Se puede hablar de desviaciones del poder o de perdida de la autoridad? La respuesta es sí. El hecho de que haya limitaciones no significa que la autoridad, este ajena a la solución de estos problemas. Muy por lo contrario, debe afinar su presencia dentro del marco de las normas constitucionales.

Sobre situaciones como las mencionadas, entre otras tantas que ya hay en el territorio patrio, recalcamos, existe temor de lo que podría venir mañana. Respecto a ello y con una visión amplia se ha escrito que la historia testimonia que, aguijoneada por la angustia que la precariedad de su existencia le produce, el ser humano deja de considerar el poder en su verdadera condición de medio y seducido por la aparente capacidad de potenciación del ser que proporciona el nudo dominio, hace de este su objetivo existenciario.

¿Cuáles son los principios de legitimidad de la autoridad en casos como los mencionados? En primer lugar debe entenderse la necesidad del hombre de vivir en sociedad. Luego la igualdad esencial de los seres humanos. Y tercero la limitación del poder del gobernante que deriva de la transitoriedad y del alcance de su misión. Cada uno de esos principios de legitimidad, nos lleva a tener presente que la fuente de la autoridad es el pueblo entendido como conjunto de los miembros del “Cuerpo Político”. Del pueblo se predica el concepto analógico de soberanía y es su consentimiento el que legitima sus autoridades. Dicho esto sería ilegitima, toda autoridad que gobierne contra el bien común, así como, también, la que se imponga por sobre la voluntad del pueblo. La autoridad legítima, entonces puede perder esa condición, por abuso grave, permanente y general. Pero, del mismo modo, podría perderla por incapacidad debidamente constatada, que sea permanente e irremediable.

El comentario viene a propósito del buen uso del poder de la autoridad. Adoptar decisiones que pueden ser lamentables no son del caso. Preferible es actuar sin subyugar a las personas y los pueblos, sin proceder al autoengaño, porque finalmente la factura es muy alta y causa daño. Mejor actuar con prudencia, oportunidad y, sobre todo, con verdadero conocimiento de causa.

 

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