Que no vuelva la delincuencia al Congreso de la República

 

Se acerca la fiesta de navidad y la ciudadanía espera recibir un presente que le permita elegir a candidatos al nuevo Congreso de la República que, con testimonios cargados de verdad, demuestren que son los más idóneos para llevar tan importante representación política. Esto porque existe cierto pesimismo debido a la presencia en las diferentes listas, de elementos que muestran antecedentes nada recomendables. Se ha hecho público que entre ellos hay no menos de doscientos sujetos, hombres y mujeres, sobre quienes hay acusaciones de carácter punitivo y que en determinados casos ya deberían de estar entre rejas.

Lo señalado nos hace ver que estamos viviendo en una sociedad en crisis, en donde los valores y principios referentes a la conducta humana cada día son vulnerados y de escasa práctica, sobre todo   de quienes a lo largo del tiempo se han infiltrado en el quehacer político. Lo ocurrido con el más reciente congreso es el mejor ejemplo de lo que nunca más  se debe repetir. La tarea de  representación, de legislación y de fiscalización es sumamente delicada y no puede, por tanto, estar en manos de aventureras y aventureros.

De más está decir que el ser humano, en razón de su irrenunciable condición social, se encuentra inmerso en un particular complejo de modos de ser y de hacer resultados de una concreta manera de organizar la vida que, siéndole antecedente, le condiciona, aunque es también susceptible de recibir el aporte personal que necesita. Y esto es, precisamente, lo que se encuentra ausente en la hoja de vida de quienes ahora no entienden lo que significa organizar la existencia, el conocimiento y la vocación de servicio, para alentar la presencia de una democracia real y efectiva, sustentada en valores y principios orientados hacia la realización plena de la persona humana.

Por otro lado el fundamento positivo de la sociedad es el hecho racional y voluntario de las personas humanas, las mismas que deciden constituirla y mantenerla una vez constituida.  Ese hecho, sin embargo, descansa, a su vez, en la radical finitud del ser humano. Esto es en la conciencia que él tiene de su propia finitud y de las limitaciones propias que derivan de tal condición. Lo expresado debería ser tomado en cuenta por quienes ahora son candidatos y a partir del 26 de enero del año entrante, representantes por la voluntad popular. No son dueños infinitos de una existencia política. Esta por el contrario es breve y, por tanto, merece ser aprovechada de la mejor manera, pensando en el progreso de todo un pueblo, antes del beneficio personal. Esperemos que la navidad venidera venga acompañada del presente adecuado que nos permita escoger  a los más probos, a los mejor preparados, a quienes verdaderamente quieren hacer democracia como forma de relación humana entre todos y todas.

 

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