¿Quién se llevó nuestros secretos?

 

Sin querer resucitar a Orwell, ni a la pesadilla de su “Hermano Grande”, este “Perro Mundo” en el cual nos ha tocado existir, se ha dado maña, para robarnos a pedacitos, aquello que llamábamos “intimidad” y creíamos atesorar como la joya más preciada de nuestra rumbera life.

Acaba de publicarse, allá en tierras del loquibambio Trump, un demoledor informe que revela la existencia de toda clase de artefactos “chivatos”-televisores, radios-celulares-teléfonos fijos, etc.- que incluso, estando desconectados, espían nuestros más íntimos dengues y los trasmiten a misteriosas hermandades gubernamentales y de las “otras”, que emplearán nuestros ex secretos, para lo que estimen convenientes y…en cualquier caso, son capaces de despacharnos a Guatánamo, donde habremos de sostener interesantes charlas-psicodrama, con psicópatas de la CIA, capaces de alimentarnos a la brava con enemas de licuadora, si acaso se nos ocurriera apelar al viejo truco de la huelga de hambre, a fin de morirnos de una vez, para salir de ese infierno jamás soñado.

¿Terrible, no? Pero, sabe usted una cosa. Los graciosos gringuitos, Putin, los chinos y los amos de la cochamba, sencillamente, no han inventado nada. Solo lo han sofisticado un poquitín y nada más, mi estimado.

Allá por los gloriosos 60, el sabio y muy astuto Doctor Luis Alerto Sánchez, que me hizo el generoso honor de prologar mi primer libro de cuentos, cuando yo era feliz e indocumentado, pontificaba solemne: “Solo los imbéciles, hablan de cosas importantes por teléfono”,- y él sabía lo que decía y por qué lo decía, mis estimados paranoicos a la prepo.

Desde luego, usted puede creer, que nuestros alegatos referidos al rumbo que van tomando los acontecimientos, en estas y otras playas, son expresiones de “gente frustrada”, ”comunistas”, o cualquier otra de esas monsergas que le han inoculado a través de la poderosa maquinaria mediática que hoy domina el mundo, adueñándose de nuestras vidas.

También nos chamullan –y usted se lo cree como un Gilberto- que “nadie puede ver el futuro”- cuando lo cierto es que no solo lo hacemos, sino que practicamos tan cumbiambero deporte, cada día y a cada rato. Antes de cruzar la pista, iniciar un negocio, tomar un curso, abordar a una feligresa, o pararle el plante a cualquierita de esos guapangos que andan por ahí, siempre y cuando no tengan “máquina”, de esas que los pitucos caídos del treca, guardan en la guantera para que-al “peine” o al “palanqueo”, se armen los “choros” sin corazón, que ahorita reinan en esta rica city.

La vaina de nuestra futurología chicha, es, que a veces acertamos y otras no, de lo cual viene el desprestigio de las bolas de cristal que impiden a los brujos encargar familia.

Pero haciendo un quite a verdaderos monstruos de la previsión mañanera como Leonardo Da Vinci, Nostradamus, Julio Verne y siguen firmas, ya en la era moderna, existieron personajes como Aldous Huxley y George Orwell, cuyo verdadero nombre se me ha extraviado por el chaleco.

Ambos, analizando el ritmo al cual bailaba, el pícaro mundachi que les tocó conocer, advirtieron fatalistas, en lo que iríamos a convertirnos, antes de ser “polvo en viaje a las estrellas”, como decía “El Cachorro” Seoane que en olvido descanse.

Hoy, nuestra vida secretiches y otros kekos, la deciden ciertos poderes “fácticos” que le dicen, alimentados por la certeza de nuestras flaquezas, las mismas que se encargan de espiar, esos amados aparatejos, sin cuyas novelas turkas, no serían felices las amas de casa, ni usted tampoco, no se haga el chuncho, que no le queda.

A como van las cosas, ya no es necesario vaticinar que “pronto ciertos fantasmas, vigilarán nuestros más recónditos placeres, mediante “El Ojo Magnánimo” del omnipotente “Gran Hermano” que alucinó Orwell. Eso, hace ratón que lo manejan, agencias internacionales como la NSA, la CIA, el Mossad, o el M15, además de otros poderosos y casi nada secretos mira-orejones, frente a los cuales “El Tío Vlady” y los doble espejos de “Las Suites”, son “gasparines” cochambrosos, nada más. Es decir, un té de tías que hasta hizo matar a inocentes heladeros, vecinos de los terrucos, mientras dichos “angelitos de Guzmán” se vacilaban firme en el segundo sopi. Nada, pues. El borrachín infiltrado resultó una oruga anquilosada frente a los poderosos satélites y…el chismoso televisor, o “celulache” que usted adora en firme y paga a plazos…cuando puede. Por ejemplo, nomás. (CONTINUARÁ…ES UN DECIR).

 

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