Roberto Salinas vivirá por siempre

 

Esta anécdota la contó Roberto Salinas con motivo de la Eurocopa en Francia 84 cuando compartió la sala de prensa con Alfonso ‘Pocho’ Rospigliosi. El buen ‘Pocho’ –decía Roberto- estaba al frente de una máquina de escribir que hacía un ruido infernal en medio del sepulcral silencio.

Los colegas europeos y de otras partes del mundo levantaban la mirada buscando identificar a ese picapiedra que no los dejaba concentrarse al frente de sus modernas máquinas, silenciosas y de última generación.

‘Pocho’ sin perturbarse siguió tecleando su vieja máquina portátil a la vez que decía: ‘Tranquilo Flaco que los sapos son de madera’.

‘Pocho’ era de buen diente. Al lado de su escritorio había barras de chocolate y una botella familiar de Coca Cola. Tomándose en consideración la diabetes del voluminoso periodista, daba escalofrío verlo escarcearse el íntegro de la botella y los chocolates desaparecer del escritorio.

Roberto Salinas ya no está entre nosotros y deja un enorme vacío en el periodismo deportivo. Roberto hizo el periodismo antiguo, de las máquinas de escribir, las carillas, los viajes al extranjero en condiciones difíciles.

Obvio no se había creado el internet, el correo electrónico, el whatsapp, el celular y la cámara digital pertenecía al futuro que nadie podía sospechar que algún día podría ser real.

La mejor ayuda era el télex y las fotos se enviaban con un pasajero que tuviera la gentileza de llevar el rollo a Lima. El teléfono era el otro gran aliado. No había más, solo quedaba hacer señales de humo.
Roberto Salinas no fue mi amigo. Lo conocí de siempre por su recorrido y el nombre ganado en la TV con Rulito Pinasco en ‘Exclusivas Deportivas’ y desde luego en Ultima Hora.

Estuvo en EXTRA pero no alcancé a verlo porque mi ingreso al querido vespertino, hermano menor de Expreso, ocurrió posteriormente. Luego de estar en el diario de la Calle de Orejuelas, la jefatura la tomó Dante Povis.

Recién a Roberto Salinas lo pude sostener como amigo con su ingreso a Crónica Viva. Acá disfrutamos mucho de sus sabrosos escritos con esa facilidad que tuvo para contar las cosas.

La última vez que pude conversar con él ocurrió cuando estaba en los ajetreos para presentar su última obra literaria sobre Pinglo. El título Amor y desamor en Felipe Pinglo Alva fue la consecuencia de una inquietud que al fin pudo realizar.

Y así en este breve homenaje quiero expresar la admiración por Roberto Salinas, un periodista cabal, de sello universal y letrado por vocación porque pocos saben que pudo ser un abogado. Curso los primeros ciclos en la Universidad Católica en la Facultad de Derecho pero el periodismo deportivo lo ganó.
Ahora ya no se encuentra entre nosotros. Físicamente no estará pero él vivirá en nuestro recuerdo. Cómo vamos a olvidarlo si hizo del periodismo una admirada profesión. Descansa en paz, Roberto.

 

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