Ser famoso, también cuesta

 

Hace poquito, se cumplieron 108 años del nacimiento del importantísimo poeta y escritor Rafael De La Fuente Benavides, más conocido como “Martín Adán” por su invalorable obra precoz (la escribió a los 16 años), “La Casa de Cartón”. Algo que deberían leer, sobre todo, los jóvenes que aspiran a hacer carrera en el mundo de las Letras- periodismo, sobre todo- ya que esta belleza de libro, enseña el dominio del idioma, y sobre todo, la grandiosidad del “párrafo corto”, el ritmo narrativo y la consumación del “broche poético”. En fin. Martín Adán, fue un hombre de vida trágica, atormentado por los demonios del alcohol, que lo obligaban a refugiarse por voluntad propia, en un mini-chalet del “Hospital Víctor Larco Herrera”, donde sería frecuentemente incomodado a preguntas y pretendidos “reportajes”, por un adolescente que también llegaría a brillar literariamente. Me refiero, claro está, a Manuel Scorza, que vivía en el citado Hospital, en compañía de sus padres, responsables de la panadería del local. En fin. Ya hablaremos más de tan curioso asunto histórico-poético…

Bromas entre famosos

¡Oiga!… Y hasta poco antes de su sensible partida, mi genial broder Gabriel García Márquez, se seguía quejando de la angustiante broma que le jugó su gran amigo, el inmenso poeta Pablo Neruda, que lo había precedido en la obtención del ansiado “Premio Nobel de Literatura”…El talentosísimo Don Neftalí Reyes (que era el verdadero nombre de “Pablo Neruda”), le dijo a “Gabo” muy ceremoniosamente, que él sabía de “buena fuente” que el fondo inicial establecido por “el inventor de la dinamita”, -Don Albert Nobel-para el famoso galardón, se había agotado ya , al correr del tiempo, por lo cual, el famoso “Nobel”, consistía por esos años, en un gesto simbólico, un diploma, una estatuilla y esas cosas. Pero de billete…¡Nones!… Lo cual puso a Don Gabriel -que amaba tanto el ventolín como el Diablo nuestras almas-, a punto de caer en “depre” y hasta pensó en renunciar anticipadamente a tan famosa -y misia- distinción. .. La cosa se agravó, cuando el día de la premiación, abundaron los discursos, las loas y esos dengues… Pero de bille, no habló nadie. La angustia se prolongó por más de una semana, al cabo de la cual, una elegante secre se comunicó por telefúnken con el autor de “Cien Años de Soledad” – y en “spanish”, mi estimado- para anunciarle que debía pasar por el Banco de Suecia, a fin de cobrar el suculento chequemán, que respaldaba al Nobel. La noticia casi tumba al piso al deprimido “Gabo”, que desde luego, se apresuró a pasar “por Cajatambo”.

-Era el fin de una tremenda broma de Don Pablo… Bueno, según decía el también genial Orson Welles: “Entre el genio y la locura… la hoja mellada de un cuchiillo”… -para que sufran los sapos… ¡hasta mañana…!

 

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