Si así jugaran siempre estarían más cerca de Rusia 2018

 

En mucho tiempo la selección peruana no ofrecía todo lo que un equipo de fútbol pueda ofrecer: buen fútbol, orden, talento, actitud y, sobre todo, goles. Con esas armas era imposible que Paraguay pudiera levantarse del dolor de verse superado y se vio en la obligación de resignar la derrota ante un rival que lo superó, de lado a lado.

No se le puede siquiera reprocharle a Renato Tapia que un descuido suyo permitió a los paraguayos treparse, muy temprano, al coche de la ilusión del que tuvo que bajarse en el segundo tiempo.

Con los ajustes necesarios y un café cargado, el equipo peruano fue otro en el periodo final. Cueva enchufado, Orejas Flores movedizo, Christian Ramos con sangre en la cara juega mejor y Paolo Guerrero buscando espacios, el once bicolor fue la cercana perfección a  un partido bien jugado.

Con esos solistas podía darse el concierto en Asunción. Fue así y los goles no se hicieron esperar para el regocijo de una tolerante hinchada que esperó que el equipo se destapara.

Y ocurrió. Se ganó un partido eliminatorio fuera de casa después de 12 años. Una larga espera que al fin se acaba. Para mirar el futuro con otra óptica, de una forma diferente a despecho de que la clasificatoria mundialista está lejos.

El triunfo de esta noche de jueves en la capital Paraguay marca un antes y un después. De lo que venga en adelante será la nueva historia que se escriba con un fútbol peruano que jugó con las venas abiertas para dejar al descubierto el fútbol peruano tal como lo sentimos.

Lo valioso es que Perú recuperó la memoria para jugar el fútbol que lo identifica, pelota al piso, buscar la conexión y darle carta abierta a la inspiración para que los goles llegaran como se desgrana la mazorca.

Esta selección que paró Ricardo Gareca se movió con pasos agrandados en un partido con un rival preparado para repetir el triunfo ante los argentinos por 1-0 en Córdoba.

Fue entonces que hicieron lo suyo Pedro Gallese, Alberto Rodríguez, Yoshimar Yotún, Miguel Trauco y André Carrillo para darle personalidad a un seleccionado peruano que hiciera bien la tarea.

Si antes se le reprochó a Ricardo Gareca hacer mal lo cambios, en esta ocasión acertó con los reemplazos. Polo, Loyola y Ruidíaz inyectaron frescura en los momentos de mayor calentura.

No queda otra que prenderse de este colectivo que se resiste a no quedarse sin mundial. Más allá de si se logra el propósito queda pedirles: Si así jugaran siempre. (Hugo Laredo Medina).

 

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