Tras una guerra interna de casi medio siglo que dejó más de 260.000 muertos, el camino a la paz fue posible por el apoyo del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, y el último comandante de las FARC, Rodrigo Londoño Echeverri, Timoleón Jimenez o Timochenko, uno de los líderes más dogmáticos de la guerrilla.
En estos momentos que se escriben los últimos capìtulos de las negociaciones, el Acuerdo de Paz ha recibido el espaldarazo de la ONU, la Unión Europea y Estados Unidos, en una larga lista que deja a la ultraderecha colombiana intentando marchar contra la historia.
Este recorrido trillado de obstáculos parecía nublarse cuando el 15 de noviembre de 2011, los colombianos se enteraron de que las FARC, la guerrilla más grande de ese país, acababa de designar como nuevo líder a Timochenko, quien desde el primer momento escogió un estilo beligerante.
“Pierden su tiempo, alucinan, los que sueñan con la claudicación y desmovilización de la guerrilla”, señalaba en ese momento el comunicado de la guerrilla donde se anunciaba su designación, afirmando además que con Timochenko se garantizaba “la continuidad del Plan Estratégico hacia la toma del poder para el pueblo”.
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El pronunciamiento radical se realizaba en momentos que las Fuerzas Armadas Revolucionarias, FARC, acababan de sufrir un revés militar que había remecido sus estructuras y en la selva colombiana redoblaban los tambores de guerra.
Las tropas del ejército colombiano habían matado a “Alfonso Cano”, nombre de guerra de Guillermo León Sáenz Vargas, el primer líder máximo de esa guerrilla que había caído en combate.
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Cano había reemplazado a su vez al legendario Manuel Marulanda Vélez, “Tirofijo”, fundador y jefe de las FARC entre 1964 y 2008, año en el que murió de causas naturales.
En el horizonte se avizoraban nubarrones mientras la ultraderecha y los paramilitares celebraban lo que parecía ser el descalabro de las negociaciones sin imaginar que, casi cuatro años después, Timochenko se encuentra listo para firmar un acuerdo definitivo de paz con el gobierno.
“Timochenko ha sido descrito como una de las voces más radicales y militaristas de la guerrilla”, señalaba en 2011 el entonces corresponsal de la cadena británica BBC Mundo en Bogotá, Arturo Wallace.
Timochenko ha sido vinculado a algunas de las acciones más espectaculares y violentas del grupo guerrillero, como la toma de Mitú -la capital del amazónico departamento de Vaupés- en noviembre de 1998, y también responsable de varias de las purgas internas de la organización.
Antonio López Herazo, presidente de la Corporación Nuevo Arcoiris, un centro privado de análisis político, declaraba en 2011 a BBC Mundo acerca de Timochenko: “Es un tipo muy ideologizado, tal vez incluso más acucioso, de pensamiento más sistemático (que Cano)”.
Guerrillero de primera línea
El comandante de las FARC nació en 1959, ingresó a la guerrilla en 1982 y se hizo miembro del Secretariado de ese grupo insurgente en 1990, luego de haber recibido entrenamiento político y militar en Europa oriental.
Por esa razón, analistas como López Herazo ya presuponían en 2011 que Timochenko iba a tener pocas opciones distintas a buscar un acuerdo de paz.
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“El tiempo ya no está a favor de ellos. Entre más se tarden, entre más corra el tiempo y se prolongue la confrontación, más debilitados van a llegar a una mesa de negociación. Sin duda el cierre final de este capítulo de la guerra colombiana tiene que ser en la mesa de negociación”, afirmó entonces a BBC Mundo.
Y como decía en ese momento Arturo Wallace: “Tal vez Timochenko, en tanto antiguo encargado de inteligencia y contrainteligencia de las FARC, sea el mejor posicionado para comprender esta realidad”.
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Sin medias tintas,el jefe máximo de las Farc, “Timochenko”, tomo el toro por las atas y suspendió el reclutamiento de guerrilleros y el cobro de “impuestos” o extorsión en sus zonas de influencia por la cercanía de un acuerdo de paz.
“Y acabo de dar la orden a todas las estructuras de las Farc de que suspendan todos los impuestos a toda la actividad económica legal que hay en las regiones, impuestos que le tenemos a los ganaderos, a las distintas fuentes de financiación, al gran comercio”, aseguró “Timochenko”, detallando que ese dinero era para cubrir la alimentación y dotación de los guerrilleros.
De esta manera, el más radical de los jefes rebeldes aceleró las negociaciones que hicieron posible que el pasado 23 de junio las partes sellaran las condiciones del cese al fuego bilateral y la entrega de armas de los rebeldes, que se concretarán una vez firmada la paz.
“Consideramos que es el momento y de todas maneras no lo hacíamos no por falta de voluntad sino porque nosotros tenemos que comer y no es la comida para una dos o tres personas, son cientos, miles de guerrilleros”, explicó.
“Creemos que ya falta poco, que con lo que tenemos ahí (de recursos) logramos llegar al final del acuerdo”, aseguró también “Timochenko”, quien pidió a sus hombres irse estudiando los acuerdos que han alcanzado hasta ahora con el gobierno de cara a una próxima conferencia guerrillera en la que los discutirán y aprobarán internamente.
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De acuerdo a cifras oficiales, las FARC , surgidas en 1964 de una sublevación campesina, son la guerrilla más grande de Colombia con unos 7.000 combatientes.
Igualdad de género
La ultraderecha colombiana,con el expresidente Álvaro Uribe, a la cabeza, intentan bopicotear el Acuerdo de Paz mediante una campaña de desinformación que no cala en la mayorìa de los colombianos que buscan una salida definitiva de la guerra interna.
En este sentido, las FARC destacan que el hecho de que en los acuerdos de paz se incluya un enfoque de género significa que este es un acuerdo en el que todos, hombres y mujeres, incluyendo a aquellos con orientación sexual y género diverso, son considerados como “ciudadanos, como sujetos político, como interlocutores e interlocutoras visibles del diálogo social, como eje de los modelos de desarrollo en condiciones de igualdad”.
El acuerdo con enfoque de género contempla medidas especiales para ampliar los derechos políticos de las mujeres y de la comunidad LGBTI como “un acto de justicia con esa mitad de la población colombiana” en el que se reconoce el papel que desempeñan las mujeres en la prevención y solución de los conflictos y en la consolidación de la paz, donde su liderazgo y participación en pie de igualdad son necesarios y esenciales.
Asimismo menciona que las graves infracciones al derecho internacional humanitario y las graves violaciones a los derechos humanos son más graves cuando son cometidos en contra de las mujeres y niñas o contra población LGBT.
En ese duro camino de Timochenko, quien fue el primer jefe guerrillero en saludar de manos a un Jefe de Estado ante el mundo. se enfrenta incluso a sectores disidentes que anuncian no aceptar la entrega de armas, pero esta decidido a encontrar lo que esperan los pacifistas de todo el mundo: recuperar la paz perdida.