Un país parcelado

 

Una mirada a la división política del Perú nos trae más de una sorpresa. Tenemos una fragmentación administrativa que se agravó con la ley de regionalización, que convirtió, hace 18 años, en regiones a los departamentos, para reemplazar a los Consejos Transitorios de Administración Regional, -CTAR- heredados del fujimorismo.

El discurso irresponsable que se da en los procesos electorales lleva a estos desencuentros con la realidad. En el caso de las regiones, el candidato Alejandro Toledo prometió el retorno a la regionalización, y, convocó a elecciones regionales y municipales, sin que existiese una ley de regionalización, que se formuló a trancos, y cuyo resultado ha sido catastrófico para la administración del país.

La ley, dejó el tema técnico, que es la delimitación, para convertirlo en un asunto político: las regiones se crearían luego de un referéndum. Así, los ciudadanos de los departamentos colindantes decidirían si se integraban en una sola región, tal como fueron propuestos por el desaparecido Instituto Nacional de Planificación, en la frustrada regionalización de 1990 o no.

Los resultados todos los conocemos: no se conformó ninguna región. De manera que departamentos, como Tumbes, Moquegua, Pasco, Lambayeque y Madre de Dios, que tienen sólo 3 provincias, son a su vez regiones. En total, tenemos 24 regiones-departamento y una región-provincia: El Callao. La municipalidad de Lima Metropolitana tiene la jerarquía de gobierno regional. Es decir, en la práctica, 26 gobiernos regionales.

El Perú tiene 188 provincias. Áncash, está a la cabeza con 20 provincias. En cuanto a distritos, existen 1,827. Si sumamos los distritos y las provincias, necesitamos 2015 equipos de funcionarios, una cantidad difícil de fiscalizar. Y gran parte de los presupuestos, se van en pago de sueldos a los alcaldes y funcionarios, así como dietas a regidores.

¿Debería Lima Metropolitana con sus 43 distritos y el Callao con sus siete, estar bajo una sola administración municipal-regional? Cualquier consultor en temas de planeamiento urbano, indicaría que sí. Esto no puede darse a través de una consulta popular, por muy democrática que se proponga, sino luego de un estudio técnico. Y lo mismo sucede cuando se habla de la creación de regiones.

Por otra parte, el fraccionamiento de Lima Metropolitana se repite en las capitales departamentales. El área metropolitana de Arequipa, con un millón de habitantes, tiene 14 distritos; Trujillo, con una población similar, seis; y, Chiclayo, con 800 mil, once. Lo mismo sucede con Cusco, Huancayo, Iquitos, Piura, las ciudades más importantes, después de Lima-Callao. ¿Las áreas metropolitanas de estas ciudades no deberían tener un solo gobierno? Por supuesto que sí.

La administración unificada de las ciudades metropolitanas, incluyendo Lima-Callao como una sola unidad de gobierno, permitiría mejores servicios a los vecinos y la eliminación de prácticas discriminatorias, que las conocemos y las permitimos: creación de distritos para “diferenciarse de los “otros”, es decir de los “no decentes”; la construcción de muros o la colocación de rejas, para que no “invadan nuestro distrito los otros”, los “no decentes”. Esto debería avergonzarnos, pero no se hace nada por revertir esta situación.

Este tema se ha tratado en diferentes foros nacionales. Incluso, en el Acuerdo Nacional se ha propuesto una política de estado que genere un “sistema nacional de gestión territorial”, porque es evidente que no se puede administrar eficientemente, cuando la parcelación del territorio nacional no corresponde a las articulaciones económicas, sociales y culturales, y esto debe obligar a una “nueva demarcación territorial”, que sea además, inclusiva y sin discriminación.

 

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