Costa Rica no fue más que Perú pero se quedó con el gordo de Navidad (ANÁLISIS)

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Se perdió nuevamente y este movimiento sísmico fue apenas perceptible comparado al anterior contra Ecuador. Esta derrota dejó pocos heridos y canales abiertos para encontrar explicaciones de las dos derrotas en el cierre del 2018.

Costa Rica no pasó por encima del equipo peruano y ganó con muy poco, un diálogo de entendimiento con los goles llegados como regalo de Navidad y un desastroso arbitraje, cruel y pérfido del colegiado ecuatoriano, para ponerle la cruz de la derrota al once bicolor.

Perú no hizo un partidazo pero tampoco se jugó tan mal para descuartizar a Ricardo Gareca  y ponerlo en el paradón. Se construyó buen fútbol, se hilvanó y no se concretó porque eso es lo que nos falta. Simplemente concretar. Suena fácil pero nada cercano al disfrute de un inocente caramelo.

Christian Benavente tuvo un desempeño correcto, Raúl Ruidíaz le metió ganas y tocó las puertas del gol pero fue el Orejas Flores el que despertó al Misti dormido con la anotación en el arco de Esteban Alvarado.

Fue un primer tiempo de trepada entusiasta de los peruanos pero con un score en contra para desdicha nuestra que agarramos viada en esta despedida triste para caer con tropezones de amargura.

En el segundo tiempo fue un combinado de sensaciones. El empate de Jefferson Farfán revivió el entusiasmo y ese penal de Tapia nos jugó en contra. Tanto se había hecho para empatar y el penal de Joel Campbell echó por tierra la posibilidad de al menos empatar.

Sin embargo lo más perverso de la noche arequipeña corrió a cargo del árbitro ecuatoriano Carlos Orbe, un maloliente en el ejercicio de impartir justicia, se comió un penal que le hicieron a Jefferson Farfán.

Quedó la sensación de que el resultado fue injusto. Contra Ecuador se perdió y se aceptó el revés por lo mal que jugó el once bicolor. Contra Costa Rica se mejoró, se hizo mejor las cosas, se buscó el triunfo con el ADN de nuestro fútbol de toque y la pelota al ras del piso. Pero no se pudo. (Hugo Laredo Medina).