Faltó el gol y nos pasó factura no encontrar las redes (ANÁLISIS)

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Perú con una delantera light era previsible que no causara daño en el Mundial de Rusia 2018 y de ese modo se quedó sin avanzar a octavos de final aun cuando falta el partido contra Australia que nada cambiará la situación si se gana, pierde o empata.

Esa cuota de gol esquiva fue la que hoy nos hace ingresar a un lamento colectivo que nos enrostra la necesidad que se debe ajustar las tuercas para encontrar con ambición certera las redes adversarias.

Se puede decir que el frustrado desempeño en Rusia no fue del todo doloroso porque se vio a Perú jugar bien el fútbol crear situaciones de gol pero  incapaz de meterse en zambullida a los arcos impenetrables ante las buenas intenciones de nuestros delanteros.

Suerte, adversidad y fatalidad, lo que sea, se mezclaron para que esa pócima venenosa hiciera su efecto y la sensación a ultranza de que era necesario darse un baño con agua bendita.

Después de todo no hay que hacer un drama de todo lo sucedido, Perú llegó al Mundial sin chapa de favorito y se dieron los resultados pese a la vanidad de una hinchada rociada de entusiasmo. Sin embargo, comprensible porque tras 36 años de no clasificar a un mundial engordó el entusiasmo en exceso.

De hecho que la selección peruana tiene un futuro esplendoroso, todo está en trabajar y acertar con los cambios estructurales que requiere el fútbol peruano a través de una modificación severa de los sistemas de campeonatos.

Un campeonato mediocre no le hace un favor al fútbol peruano. Es ahí donde se debe aplicar las severas modificaciones para que los clubes actúen como verdaderas instituciones y no como simples equipos de barrio.

Contra Francia en la jornada de este jueves se vio claramente que estamos bien encaminados, pulir este equipo que debe buscar algunas piezas y con esos ajustes prepararnos para los compromisos venideros, la Copa América entre otras competencias.

Las nuevas eliminatorias para Qatar 2022 parece distantes pero un equipo en formación no puede esperar hacer las cosas a último momento. Como se hizo anteriormente que costó no estar en un mundial por más de 36 años. (Hugo Laredo Medina).