Hugo Sotil y la anécdota con Cruyff tras gol al Real Madrid

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Hugo Sotil es en Barcelona un auténtico ídolo pese al tiempo transcurrido, un ídolo que no se descascara y perdura en el tiempo, haciéndose más grande la leyenda. Sobre todo tras la anécdota del gol al Real Madrid en la goleada de 5-0 en 1974.

A Hugo Sotil le tocó anotar el quinto gol pero Johan Cruyff no dejó que lo celebre.

¿Por qué? “Cruyff me tomó del cuello y me dijo “estás loco, estamos en Madrid quieres que nos maten a todos. Fue así que hice un gol al Madrid y el Flaco no me dejó festejarlo”, relata el peruano en una entrevista a El País.

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-¿Qué pasó después?

-De regreso a Barcelona había una muchedumbre, jamás pensé que el 5-0 podía tener tanta trascendencia. El aeropuerto estaba lleno de gente. Todos lloraban. Fue una fiesta inolvidable.

Hugo Sotil se encuentra en Barcelona, invitado para estar en la final de la Copa del Rey. A la ya famosa anécdota del 5-0 a Real Madrid, el Cholo recuerda su llegada al Barcelona.

Contó que Rinus Michels, el presidente del Barcelona y dos dirigentes más llegaron a su casa luego de jugar en Lima. “Michels me preguntó si quería jugar en Europa y mi respuesta fue que sí y ni siquiera sabía a qué equipo me llevaban.

-¿Qué le pidió Michels en la cancha?

– Me dijo que jugara como lo hacía en Perú con una misión, cuando atacábamos era el “10” pero cuando defendíamos era el “11”. Tenía que tapar la salida del lateral derecho.

“Cholo” Sotil recuerda que estaban siguiendo a Teófilo Cubillas pero aquel día jugó bien y dejé impresionados a los llegados de España. Fue así que recalé en Barcelona que formó una delantera fabulosa con Rexach, Asensi, Cruyff, Sotil y Marcial.

-¿Mejor que la de Messi, Neymar y Suárez?

-No. Esta es la mejor, pero también la delantera conformada por Romario, con Laudrup y Stoichkov era muy buena. Me quedo con la actual, es la mejor de todas. Van a ganar todo este año y van a seguir ganando después. Tiene dos extremos que desequilibran siempre que quieren y a Suárez que choca con cualquiera y les facilita el trabajo. Nosotros teníamos a Marcial que era un toro. Yo era listo, Johan el cerebro.

-Cómo es jugar con un número uno como Cruyff.

-No sabía si era el uno o dos. Sabía quién era porque lo había enfrentado en un partido en 1972, pero no me había deslumbrado. Lo hizo cuando lo vi en el Barcelona. Era un todoterreno. Estaba abajo y, al momento, estaba en la otra área. Era muy rápido. El periodismo decía que era el número uno, pero en la cancha era uno más, un obrero. No marcaba mucho pero dirigía. Era el entrenador dentro del campo.

Del apogeo al ocaso

Hugo Sotil tuvo un año deslumbrante, fantástico y después se pinchó. ¿Qué pasó?

-El primer año fue muy bueno, hice 15 o 16 goles y salimos campeones. En la temporada siguiente llegó Neeskens y ocupó la plaza de extranjero. Estuve un año sin jugar por el tema de la bendita nacionalidad. Me mandaban a jugar a Holanda y Bélgica para hacer exhibiciones. Un año sin jugar al máximo nivel me condicionó.

-¿Piensa hasta dónde hubiese haber llegado si se cuidaba más?

-Empecé a jugar en el 68 y me retiré en el 86. 18 años. ¿Cuántos tendría que haber jugado? ¿25 años? Yo me cuidaba, Lo que pasa es que la gente habla para hacer daño. Se decía que yo paraba todas las noches en las discotecas ¿Cómo voy a estar todas las noches y el domingo jugar 90 minutos?

-¿Y por qué lo decían?

-Porque me compré un bendito Ferrari color amarillo. Un aficionado que me idolatraba se fue a Italia y se compró uno idéntico al mío. Era un hincha millonario que cada vez que yo iba a la discoteca, después de cada partido me regalaba una botella de champán.

-Entonces sí que iba.

Sí, pero los domingos en los que los lunes eran libres. Un día me llamó Michels y preguntó. Cholo ¿Tú estás todos los días en la discoteca? “Ese no soy yo míster, ese no es mi carro, es el del aficionado. Le tienen que tomar una foto a la matrícula, le dije.

-¿Cuándo lloró por última vez?

-Ayer. Me llamó el Flaco y me dijo ¿Dónde está tu hotel? A los 10 minutos estaba aquí. Cuando lo vi se me escaparon una lágrimas.

Fuente: El País