La tragedia del Chapecoense hizo llorar la pelota (OPINIÓN)

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No habrá sitio para que tanta gente escriba su pesar en el libro de condolencias y pueda expresar su enorme pena por la terrible tragedia que enlutó el fútbol mundial con la desaparición de la casi totalidad del plantel del Chapecoense.

La tragedia se ensañó con los jóvenes futbolistas del modesto equipo de Santa Catarina que impulsado por sus deseos de grandeza levantaba su mirada hacia lo alto para intentar la gloria de lograr la Copa Sudamericana en su intentona por alcanzar su primer título internacional.

El infortunio alcanzó con sus largas tenazas a 21 periodistas que se disponían a cubrir las incidencias del partido de ida de la Copa Sudamericana entre el Chapecoense ante Atlético Nacional de Medellín.

La difícil y riesgosa labor de los periodistas quedó en evidencia una vez más en que en el cumplimiento de su trabajo cae en la desdicha de un infortunado viaje sin retorno. Acaso llevados por el solo hecho de informar y hacer los deberes de todo hombre de prensa que no mide si a la vuelta de la esquina la trampa mortal acecha, puntual y sin retraso.

Embarcarse a una tarea que solo los periodistas manejamos, nos hace distintos y nos sometemos a que el trabajo de periodista tiene sus riesgos entre la vida y la muerte.

En esta ocasión con una fúnebre hermandad con los futbolistas y dirigentes del club brasileño quienes llevados por la pasión del fútbol se desgracian causando un dolor colectivo que toca al mundo deporte.

La desgracia cambió fiesta por velorio apenas a un día en que la pelota habría de rodar en el estadio Atanasio Girardot donde los jugadores del Chapecoense habrían de pulsear fuerzas con campanadas de alegría para la fiesta del fútbol.

Y quien entiende y que regla exista donde se diga que el dolor humano se cura con calmantes y pastillas que más bien no sirven de consuelo. Como poco consuelo habrá para todas las familias tocadas por el dolor compartido ante la terrible tragedia.

Los brasileños del Chapecoense han abiertos heridas en nosotros mismos cuando el equipo de Alianza Lima se perdió en el mar de Ventanilla y desapareció el equipo principal tras el retorno de Pucallpa.

Alianza Lima carga con una pena que lleva ya 30 años en que el país lloró por la muerte de los potrillos y la desaparición de Marcos Calderón Medrano, el más exitoso entrenador peruano.

En este momento de dolor no queda más que decir que la pelota llora, con lágrimas que podrían inundar las canchas de fútbol de todo el mundo. (Hugo Laredo Medina).

 

 

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