Manu Brabo: Fotoperiodista constata dificultad de superar visión única en las guerras

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MADRID (España).- El fotoperiodista Manu Brabo considera difícil superar la manera en que algunas sociedades, como ha comprobado en Ucrania, entienden el periodismo, al que consideran mera máquina de propaganda y donde sólo se puede ver una visión del conflicto.

“Sólo puedes hablar de una visión de uno de los lados, y pobrecito de ti si se te ocurre ser crítico o abrir un poco más el campo” expone en entrevista con Efe con motivo de su participación en el ciclo Escenarios de Guerra del XVI Festival #DocumentaMadrid.

El fotógrafo asturiano, premio Pulizter en el 2013 por su trabajo en Siria, entre otros galardones, explica la eficacia de la contrapropaganda y recuerda: “Tú puedes decir lo que quieras, que mientras haya otros que lo estén negando… Nunca subestimes el poder de la negación”.

E ironiza al recordar a los que jocosamente los corresponsales en Ucrania apodaban “los muchachos del Instituto Pushkin”, en alusión a la contribución rusa en el conflicto armado en el este de Ucrania.

Tras cuatro años dedicados a la cobertura de esa guerra sostiene que “en Ucrania les encanta decir que están viviendo una invasión rusa, porque esto hace su guerra más grande; en el fondo, lo único que hace (Rusia) es financiar”.

“Al final, en este juego de lenguajes, esto influye muchísimo. Las limitaciones de la sociedad, que no quiere verlo; son los propios ucranianos a los que no les interesa creerse que son ucranianos (combatiendo) contra ucranianos”.

En su opinión, es “la propia sociedad la que no quiere asumir el papel de los periodistas” y recuerda que ha tenido problemas graves por decir en conferencias en Kiev lo que él consideraba evidente.

Capturado en el 2011 cuando cubría la guerra en Libia por las tropas gadafistas, hoy no se extraña de los últimos acontecimientos en el país mediterráneo, ya que “esto es algo que se ve venir desde hace bastante tiempo”.

Los cambios de lealtades entre las milicias que agrupan los dos hombres fuertes determinarán quién controla el país: Fayez el Serraj, en Trípoli, con el Gobierno de Acuerdo Nacional apoyado por la ONU, o el mariscal Jalifa Hafter, desde Bengasi.

Brabo, que no descarta viajar al país en el que permaneció prisionero durante 45 días y adonde por última vez acudió en el 2016, consideró que ahora “la mayoría de milicias dentro de Libia apoyan a Hafter”.

Y aclara que “era una cuestión de tiempo que este personaje se lanzara a la conquista del resto” del país, del que controla, además del oriente, importantes explotaciones de petróleo, y ya combate para controlar la capital.

Son las milicias de la localidad costera de Misrata y la occidental de Zintan las que podrían tener la clave del desenlace, indica, al tiempo que recuerda que pueden no ser ajenas las fuerzas exgadafistas que custodian a Saif al Islam, hijo del desaparecido coronel Muamar el Gadafi.

El Yemen y Bangladesh completan el arco de su trabajo, aunque el conflicto arábigo requiere mucha preparación previa y en cuanto al conflicto rohinyá participa en un documental sobre violencia contra las mujeres de esta minoría.

El fotoperiodista Manu Brabo, durante una entrevista con Efe con motivo de su participación en el ciclo Escenarios de Guerra del XVI Festival #DocumentaMadrid. Brabo. EFE/Juan Carlos Hidalgo

Sobre los rodajes y documentales proyectados en el festival, con la guerra civil española al fondo, explica que son trabajos “muy interesantes, están saliendo libros muy guapos fotográficamente”.

Reconoce que “esto sí que es un reto; fotografiar una posguerra es una cosa, fotografiar una posguerra cuando ha pasado mucho tiempo de la guerra es otra cosa, y fotografiar un conflicto cuando hace 70 años que se ha terminado, esto es un reto de la leche”.

“Quedan pocos protagonistas, quedan pocos espacios en los que se pueda ver realmente el nivel de destrucción que tiene la guerra, y lo poco que queda es rescatar las operaciones de apertura de fosas”, lo que considera que “fotográficamente es muy complejo”.

“Pero creo que es algo que también se debe hacer”, añade.

“Llevo cinco años trabajando en Ucrania” -prosigue-, hay historias “superinteresantes dentro de lo que son, no ya las víctimas, sino los veteranos, los soldados y guerrilleros veteranos. Cómo se vive en una sociedad que se olvida de ti y que te rechaza”.

Con su cámara, pretende “sacar al ser humano realmente y sacar a la víctima del victimario”, y es donde ahora centra su trabajo en lograr “poner el foco y conseguir narrativas más complejas que lo que es el propio ‘frontline’ o la masacre”.

EFE/Alfonso Bauluz / foto portada EFE/Emilio Naranjo

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