Mario Kart 8: El mejor videojuego para una reunión con los amigos

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Mario Kart 8 Deluxe puede parecer una mera remasterización de la versión que ya se lanzó para Wii U en el 2014. Y aunque en cierta manera lo es, su lanzamiento para Switch lo convierte de facto en un videojuego portátil, y eso cambia mucho las cosas. Poder llevarse semejante joya encima en cada trayecto es algo que los fans de Nintendo van a ver con muy buenos ojos.

A esto hay que sumar algunas novedades. Se ha corregido una trampa que permitía alargar demasiado los acelerones que puedes pegar en el juego (si eres hábil y puedes hacer uno), se ha desbloqueado todo el contenido que antes se conseguía superando copas (de modo que quienes ya jugaran en Wii U no se tienen que complicar la vida de nuevo), se han sumado más personajes y se ha incluido un nuevo modo competitivo, el modo batalla, que se echó de menos en la anterior versión.

Todos estos pequeños retoques han conseguido algo que parecía imposible: que Mario Kart 8 sea más redondo todavía si cabe. Tras 11 entregas (si se cuentan las de portátiles), no hay lugar a dudas de que esta es la más de todas ellas.

Los circuitos cuentan con un encanto particular que ni su memorización puede estropear. Por un lado, porque son preciosos, coloristas, están llenos de mil detalles y ninguno se parece ni una pizca al anterior o al siguiente. Y conocérselos ya no es un problema, sino parte de la diversión: tras muchas horas, se siguen descubriendo formas de adelantar a los amigos o de usar atajos o de, simplemente, aprovechar una de las setas que permiten hacer un acelerón.

Como juego de carreras, hay que tener en cuenta que esto no es un Gran Turismo ni un juego muy preciso. Aunque fabricarse un buen coche o moto antes de empezar cada carrera alterará tanto su control como el personaje que se elija (no es lo mismo correr con Mario que con la princesa Peach, incluso si el coche es el mismo), girar, acelerar y recuperarse de un tortugazo no es algo que dependa de la dirección y la marca del coche, sino de la habilidad del jugador.

Es lo que hace tan especial a cualquier Mario Kart: no hay quien se crea nada de lo que aparece en pantalla, pero divierte. ¿Que un mono te ha lanzado un relámpago y te ha convertido en un enanito que apenas corre? La cosa más normal del mundo en este juego. El encanto de los personajes de Nintendo ayuda mucho en este sentido, y ahora hay más todavía. A los acompañantes habituales de Mario (como Yoshi, Peach, Wario o Toad), se suman nuevas caras: los niños de Splatoon, un Mario bañado en oro, el hijo de Bowser, una tortuga esquelética o un rey fantasma.

Jugar en compañía, con al menos una persona más, es la mejor forma de lanzarse a este juego, y Switch está un poco pensada con esa idea. Al tener dos mandos incrustados, siempre se puede jugar acompañado. Otra cosa es cuando la cifra aumenta: si no tienes una tele grande y más mandos, estás fastidiado, porque dividir entre varios recuadros las 7 pulgadas lo convierte en una experiencia desagradable.

Si se juega sólo, también hay contenido de sobra: hay cuatro modos de dificultad en los que pasarse las 12 copas (cada una con sus cuatro circuitos). Es una pena que no se hayan sumado más copas, pero parece que Nintendo quería saldar la deuda que tenía con la versión de Wii U: un modo batalla como dios manda. Al encerrar a varios jugadores en un circuito limitado y en el que gana el que se mantenga vivo (esto es, al que no le estallen todos los globos) al final de la partida, ha cerrado una herida que abrió el 2014 al prescindir del modo favorito de muchos fans.

Así que eso es Mario Kart 8 Deluxe: el mismo juego de Wii U, pero con un modo batalla muy bueno, los mismos circuitos, unos pocos personajes más y la posibilidad de jugarlo en portátil. ¿Es suficiente para pasar otra vez por caja? Quizás no, pero si has dado el salto a la nueva consola de Nintendo y ya te has acabado el Zelda, no hay muchos más juegos a los que echarles el guante que no sean indies. En este caso, es un imprescindible, sobre todo si eres de los que reúnen a un grupo de gente en su salón habitualmente.

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