Mulder denigra memoria de Haya de la Torre, quien enfrentó la cárcel sin miedo y con honor

shadow

 

Cuando Mauricio Mulder se pronunció tras la muerte de Alan García y dijo: “El presidente García tomó una decisión de dignidad y de honor. Un acto de honor frente a una persecución fascista”, parece que no recordó que el fundador del partido aprista, Haya de la Torre, sí asumió con dignidad y honor las persecuciones y enfrentó la prisión con valentía.

La primera prisión fue en 1923, Haya de la Torre pasó por las celdas del Castillo del “Real Felipe” y luego en la isla San Lorenzo antes de ser deportado.

La segunda vez fue la madrugada del 6 de mayo de 1932 un centenar de agentes dirigido por el jefe de la brigada política Damián Mustiga, siniestro personaje del gobierno de Sánchez Cerro, con fama de torturador de presos políticos, irrumpió en la Av. Pardo 460, Miraflores, donde Haya de la Torre estaba refugiado.

El líder aprista fue conducido a la Intendencia de Lima y entregado al prefecto Julio Chávez Cabello. Allí se le tomó su declaración y luego de permanecer 20 horas en el Salón Rojo de la Prefectura fue trasladado al Panóptico. Víctor Raúl fue encerrado en la misma celda donde había estado el expresidente Leguia.

En el libro “El año de la barbarie” de Guillermo Thorndike se describe su encierro: “Una celda húmeda, doble reja, doble candado, ventanas cerradas con ladrillo, un catre sin colchón. Un foco amarillo brillaba día y noche encima de su cabeza. Nada de lectura, le dijeron que si apagaba la luz siquiera para dormir, lo dejarían en la oscuridad para siempre. Trampas en el techo permitían a sus guardianes vigilar todos su movimientos. La cama estaba situada en el centro de la celda. Allí iba a estar más de un año sin ver la luz del sol, sin que le permitieran salir ni siquiera para satisfacer sus necesidades corporales”.

Tras la muerte de Sánchez Cerro asumió el poder el general Óscar R. Benavides, quien quiso ensayar una política de “paz y concordia”. Haya fue liberado el 10 de agosto de 1933.

Es decir, según Mulder, Haya de la Torre no tuvo dignidad ni honor al enfrentar la persecución e ir a la cárcel.