Periodista cubano Ángel Herrera es asesinado

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Ángel Herrera Oviedo, periodista y librero de la Fayad Jamís, salió de su casa en la mañana del pasado miércoles y no volvió esa noche. Dicen que su madre estuvo preocupada; el hijo no acostumbraba a dormir fuera de la casa… Al día siguiente se enteró de que no volvería jamás.

Ángel fue asesinado. Encontraron su cuerpo en la Playa del Chivo, solo que nadie sabe aún como sucedió. Escuché decir que estuvo trabajando todo el día en la Cabaña, vendiendo libros en la Feria de La Habana, sin saber que al día siguiente lo encontrarían muerto. La suerte de este hombre se mueve ahora en el reino de la especulación.

Ángel no debió suponer lo que iba a ocurrirle. Aunque conociera, por rumores, de asesinatos en lugares como ese, no pensó que esa podría ser su noche última. ¿Por qué iba a creer que un cuchillo le atravesaría el hígado o un riñón? ¿Por qué iba a pensar en su cuerpo sin vida atado de manos y pies con su propio cinto? ¿Por qué iba a pensar en la muerte si estaba buscando la vida?

Lo más probable es que Ángel decidiera salir a encontrar a un semejante para disfrutar de las bondades de su cuerpo. Nada mejor que un poco de sexo después de un día de intensísimo trabajo. A fin de cuentas la Playa del Chivo estaba cerca de la Cabaña, con solo cruzar la Monumental ya podría sentir el olor de la hierba y del mar cercano. ¡Hay sitios y olores que despiertan los deseos! La noche, los olores y un montón de cuerpos deseosos avivan la esperanza. Pudo creer a esa hora, porque se cree siempre, que se encontraría con el cuerpo de un semejante para postrarse y recibir sus favores, pero encontró la muerte.

Hasta hoy escuché varios comentarios sobre esa muerte. Son mayoría los dolidos, pero también están los que solo saben relacionar sexo con amor, con el compromiso personal recíproco y hasta juzgan mal la relación ocasional y anónima, sin saber que de alguna manera están justificando al asesino. Ángel salió esa noche a buscar sexo y a gozar. Ángel no salió a morir, y lo que importa ahora es encontrar a su asesino, y también explicar por qué ocurren, cada vez con más frecuencia, estas muertes en la isla. Yo tengo la certeza de que una de las razones es el silencio.

Nuestra prensa sigue sin relatar estos sucesos, sin hacer análisis, sin hacer exigencias. No tengo noticias, al menos hasta este instante en el que escribo, de que el Centro Nacional de Educación Sexual (CENESEX) se pronunciara públicamente sobre este caso. El escritor Albertico Yañez fue asesinado hace años en su propia casa, y nada saben todavía su hermana y sus amigos. La Eterna fue lapidada en Pinar del Río y nada de eso dijo el Granma ni Juventud Rebelde. Solo los medios alternativos se atreven a reseñar estos sucesos, pero algunos no podrán hacerlo esta vez, como el Blog del Proyecto Arcoiris, que acaba de ser censurado por exigir al gobierno que se exprese de una vez y por todas sobre el horror que significó para muchísimos cubanos, entre ellos muchos homosexuales, aquellas Unidades Militares de Apoyo a la Producción (UMAP) Esas unidades que lo que más produjeron fue horror e incluso muerte.

Esas políticas segregacionistas son también las culpables de la muerte de Ángel. Hace unos días, gracias al escritor cubano Abel Sierra, estuve leyendo algunos pronunciamientos de la prensa cubana, comentarios previos a la creación de las UMAP. En 1965 Samuel Feijoo dejaba muy claros, en el periódico El Mundo, sus deseos de acabar con algunos vicios, entre ellos el alcoholismo y el homosexualismo campeante y provocativo, y también leí aquel reclamo de la Revista Mella que exigía dejar fuera de nuestros planteles a los homosexuales, o Alma Mater poniendo a los delincuentes al lado de los homosexuales, los religiosos y los intelectuales. Estos tipos no sufrieron la censura, no conocieron el escarnio. El gobierno permitió, alentó, y hasta profirió junto a ellos, esos comentarios. Historias como esas se volvieron a repetir en los ochenta y todavía. Recordemos aquello de “la Universidad para los revolucionarios”, recordemos a los homosexuales vilipendiados y sacados de las aulas, recordemos, recordemos…

Ángel, la última víctima de la homofobia, perdió su vida porque en Cuba se legitimó el odio a los homosexuales. Quienes segregaron y crearon aquella concentración en campos de trabajo, legitimaron el odio, y los crímenes que de él salen. Quienes sacan del ciberespacio al blog del Proyecto Arcoiris, legitiman el odio y hasta los crímenes. Aquel blog no hizo otra cosa que exigir explicaciones a quienes crearon las UMAP, y me parece muy justo un reclamo como ese.

El proyecto Arcoiris ha hecho mucho bien a la comunidad homosexual cubana. Una de las cosas que se propuso fue reclamar al parlamento cubano, y a su presidente, que legitimaran las uniones entre homosexuales, que revisaran un código de trabajo que margina a los homosexuales, pero… ¡de eso nada monada! El proyecto Arcoiris no propicio jamás el odio, propició el amor, convocó a algo tan hermoso como una besada, una besada pública, para legitimar el amor entre semejantes. Me habría encantado estar en la Terminal de Ómnibus de La Habana el día que se llevó a cabo una de esas besadas públicas, legitimadoras. Debemos aplaudir a los que allí se expresan, nunca inmovilizarlos.

La autoridad, y nuestra prensa pacata, son culpables también de la muerte de Ángel, porque al no pronunciarse, permiten, legitiman. Nuestra prensa se da el lujo de hacer comentarios heterosexistas y homofóbicos, como uno que presencié hace un par de semanas. Fue Arleen Rodríguez, una de las conductoras del espacio televisivo La Mesa Redonda, la protagonista. Esta vez no repitió la “hazaña” de querernos hacer creer que un perro hablaba. En esta ocasión conversaba con Ronaldo Veitía, quien fuera, hasta hace muy poco, entrenador de las más destacadas yudocas cubanas. Esta vez la periodista nos llamó la atención sobre la femineidad de las yudocas en medio de su desempeño, y lo peor es que se suponía haciendo elogio. ¿Destacar la femineidad de las yudocas no es acaso homofóbico? Tan contraproducente elogio exalta el comportamiento femenino y denigra la “tosquedad” de algunas lesbianas. Sin dudas esta señora aplaudía un pas de deux cuando lo que realmente conseguía la yudoca era hacer wasa, gritaba bravo tras el wasari que confundía con arabesque. ¿Qué significa destacar lo femenino de las yudocas cubanas enfrentadas a los hombrunos ademanes de las foráneas? Si eso no es chovinismo…, entonces es: ¡homofobia!

Un comentario como ese, ingenuo solo en apariencia, es ofensivo; alabando los “gestos delicados” hace notar lo inapropiado de los “gestos hombrunos”. Es heterosexista su comentario, es homofóbico porque supone que la mujer que no es “fina”, es otra cosa… A esta periodista habrá que advertirle alguna vez que una mujer es lesbiana cuando prefiere el cuerpo desnudo de su semejante, y nada más.

Eso hace la prensa cubana. Ni en La Mesa Redonda ni en ningún espacio televisivo se hablará de la muerte de Ángel ni del dolor de su madre. Aunque puede que haga un comentario si se trata de un cubano que decidió exiliarse y fue víctima de la homofobia foránea. Ángel no volverá nunca a su casa ni se sentará más a la mesa con su madre, no se enredará otra vez con el cuerpo de un hombre, no volverá a los infinitos placeres que trae el sexo. Y por acá se sigue acallando a quienes hablan, quizá reconociendo que la censura también causó la muerte de Ángel. (Jorge Ángel Pérez, Cubanet.org)