¿Qué pasa con nuestros contenidos digitales cuando nos morimos?

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¿Qué pasa con todo el contenido que acumulamos ‘en la red’ cuando nos morimos? ¿Dónde termina? Esta pregunta, aunque parezca intrascendente, no tuvo respuesta hasta hace poco. Así, desde las fotos subidas a Facebook o Instagram hasta los emails acumulados en las diferentes cuentas de Google, pasando por el contenido de Dropbox, todo él, una vez ya no estemos, quedará perdido, como se dice comúnmente, ‘de la mano de Dios’.

Viendo este vacío en un universo plagado de datos sensibles, las grandes marcas decidieron dar un paso al frente e ir incorporando, poquito a poco, opciones específicas con las que ir paliando una preocupación cada día más latente.

Así, y para que el contenido cuando morimos no quede en el limbo, Google decidió crear un testamento que daba al usuario dos opciones, en lo relativo a lo que hacer con los datos entregados a la tecnológica, una vez muerto.

De hecho, y desde entonces, este puede o bien eliminar el contenido, o bien dejar un beneficiario que se haga cargo del mismo. En ambos paquetes se incluyen todos los servicios de la compañía: Gmail, Youtube, Google +, Google Drive, Blogger… ¿Cómo? Sólo tendrá que acceder a la Configuración de Seguridad y activar el Contacto de Legado.

Otro que se ha subido al carro ha sido Facebook. La Red Social, tras recibir multitud de críticas al respecto, se vio obligada a instaurar un servicio de similares características al de Google, salvo por un matiz previo: El usuario, antes de actuar, debe decidir si elimina o no la cuenta en su totalidad. Luego, si la mantiene activa, tendrá opción de asignarle a alguien que la administre… o no (habrá que decidir si confiamos tanto el alguien como para dejarle descargar todas nuestras fotos y mensajes con plena libertad).

Lo que si queda totalmente bloqueado, da igual la opción que se elija, es el acceso para modificarlo en el futuro así como para leer sus mensajes privados. ¿Y qué ocurre si no se deja notificación de qué hacer con la cuenta? Será un familiar cercano el que lleve a cabo el proceso anterior.

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Tras Facebook llegó Instagram, en la que el proceso es prácticamente similar a las dos antes mencionadas. Por su parte, Microsoft también ha puesto de su parte, con una alternativa que llamó Proceso de familiares cercanos de Outlook.com, el cual nos da la opción de cerrar la cuenta o de acceder a ella y enviar mensajes de correo, datos adjuntos, libreta de direcciones y contactos a un familiar cercano. Éste, aterriza en un DVD de datos que se envía a la persona indicada junto a un tutorial de ayuda.

La que no te tiende la mano es Twitter. Ésta, no te da la opción de dejar la cuenta en herencia a nadie aunque si puedes permitirle que descargue una copia del contenido que has dejado plasmado en ella. Así, hasta que se cierra. Ahí se acaba la historia de la cuenta. Pero antes de todo esto, debes enviar un email a privacy@twitter.com con este material: Nombre del usuario, enlace al perfil y enlace a su obituario (o documento que acredite su muerte).

Otras redes como Linkedin, Yahoo o Flickr sólo dan acceso tras certificar, vía documento, la muerte del dueño del perfil. Pero si hay un caso especial es el de Apple. Los de Cupertino entienden que todo el material digital que genera el usuario no es de su propiedad por lo que, por mucho que lo intentemos, no podremos elegir un heredero para él. Así, las canciones de Itunes o los videojuegos de Steam no pasarán a nadie. Nunca.

Y si las grandes empresas están empezando a dar opciones para este caso tan ‘singular’, han tardado mucho en ponerse en marcha lo que ha dado la opción a pequeños empresarios de hacerse con su parte del pastel. Así, actualmente, hay diversas startups que te ofrecen este contenido de manera personalizada. Ejemplos de esto son Tellmybye o Testamenta. Dos proyectos que, tras varios años en liza, siguen otorgando una opción más variada que la de las vías oficiales.

En resumen. Al dejar este mundo, nuestros contenidos digitales pueden acabar en buenas manos… o al menos en las que nosotros queremos que queden. Depende ya de su atinamos a decidir quién se queda con toda una vida en Internet.