Paul Walker vuelve a la vida aunque sea sólo en la gran pantalla. Más balas, más explosiones, más peleas y, obviamente, más autos se pueden ver en la séptima entrega de “Rápidos y furiosos“.
La última película de la franquicia de “Rápidos y furiosos 7”posiblemente se convierta en la que registre mayores índices de audiencia, debido a la muerte de Paul Walker en pleno periodo de rodaje.
La interrogante que surgió tras la lamentable muerte del actor estadounidense Paul Walker fue cómo sacar adelante una producción tan popular como esta sin uno de sus protagonistas. La solución a la que apostó el director James Wan fue la utilización de técnicas digitales. Y logró los mejores resultados que se podrían esperar.
Se puede decir, con seguridad, que si la audiencia de “Rápidos y furiosos 7”no supiera con certeza que Paul Walker, actor que interpretó Brian está muerto, no se daría cuenta de ello al ver el filme.
Trascendió que las docenas de escenas de acción que integran “Rápidos y furiosos 7” no dejaron de lado en ningún momento al personaje de Paul Walker. Todo ello se logró gracias al alto presupuesto de la cinta (aproximadamente 250 millones de dólares) y, además, a que en esta saga la historia pasa a segundo plano y lo importante es simplemente ver mucho despliegue y velocidad en el celuloide.
Ahora el grupo conformado por Vin Diesel, Michelle Rodríguez, Dwayne Johnson, Ludacris y Tyrese Gibson se topa con un mercenario en busca de venganza, interpretado por el emblema de la acción británica: Jason Statham.
Aunque ya no esté Paul Walker, esta séptima película de la saga deja la puerta más que abierta a una octava, con un emotivo cierre dedicado al actor que murió en su ley: manejando a toda velocidad.
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