Rusia: Putin recibe el Mundial de fútbol fortalecido por la división en Occidente

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MOSCÚ.- Tras un periodo de dificultades, el presidente  ruso , Vladimir Putin ahora recobra fuerza gracias a la división en Occidente, el éxito en Siria, la subida del crudo y mejores relaciones internacionales,  comentó el diario español El País.

En vísperas del campeonato Mundial de fútbol en Rusia, el presidente ruso, Vladímir Putin, aparece radiante, prometiendo hospitalidad a deportistas, hinchas y turistas, y fortalecido en la escena internacional.

“Sus oponentes occidentales, con su inconsecuencia y sus trifulcas internas, han hecho mucho para mejorar la imagen del líder ruso, quién gracias sobre todo al presidente estadounidense, Donald Trump, ha sido el auténtico triunfador a distancia de la última cumbre del G7 en Canadá#, señala el rotativo ibérico.

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En 1997, el club de los países más ricos se amplió con la incorporación de Rusia y se convirtió en el G8. En 2014, los socios en aquel foro de élite expulsaron a Putin por la anexión de Crimea y su intervención en el Este de Ucrania.

Omitiendo las razones de su ausencia, en la cumbre anual del G7 en Canadá, Trump invitó al mandatario ruso a retornar al club y dijo que resultaba inconcebible reunirse a hablar sobre los asuntos del mundo sin la participación de Rusia.

Actuando como principal abanderada de la memoria histórica europea en el G7, Angela Merkel recordó a Trump que las razones por las que Rusia fue excluida aún subsisten.

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Sin embargo, en cuatro años el conflicto en Ucrania se ha relativizado en el entorno mediático internacional. A eclipsar el problema ucraniano contribuyó la llegada de Trump a la Casa Blanca y las prioridades e impulsos a golpe de tuit que caracterizan desde entonces la política norteamericana.

También ha contribuido la implicación de Rusia en nuevos y más sangrientos frentes bélicos como Siria, la desafortunada política de Kiev en relación a sus territorios conflictivos, la crisis económica y la corrupción.

En los planteamientos favorables a revisar las relaciones con Moscú se combinan diversos factores, desde el incremento de los precios del crudo que favorecen a Rusia a la capacidad de Putin de resistir y mantener su línea pese al efecto negativo de las sanciones sobre su economía y el peso de Rusia como potencia militar.

En el otro platillo de la balanza, en contra de una revisión de la política occidental ante Moscú, está la militarización y el nacionalismo en auge en Rusia y el valor atribuido al caso de Ucrania como precedente y un “aviso para navegantes” para otros países que Rusia considera parte de su esfera de influencia.

Putin no ha hecho concesiones en relación a Ucrania, si se exceptúa el cese de la fase bélica del conflicto en el Este. El líder apoya a los secesionistas prorusos del Este como un instrumento de presión sobre Kiev y, en lo que se refiere a Crimea, no quiere volver la vista atrás ni siquiera para pagar la factura de la anexión a Kiev (por lo menos por ahora).

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Aunque pertenece a Ucrania desde el punto de vista del derecho internacional, Crimea está cada vez más integrada de hecho a Rusia a la ha sido unida gracias a un costoso puente. Desde mediados de mayo, decenas de miles de coches cruzan el estrecho de Kerch, entre la región de Krasnodar y Crimea, por esta obra de ingeniería construida en un tiempo récord.

Los llamamientos de la oposición liberal rusa a boicotear el Mundial como respuesta a la anexión, han fracasado como fracasaron también las exhortaciones a boicotear los Juegos Olímpicos de invierno en Sochi en febrero de 2014. Ucrania no está en la posición de boicotear nada, porque no llegó a clasificarse para el mundial.

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El pragmático empresariado europeo lleva años presionado a sus gobiernos en contra de las sanciones. Sus argumentos se han reforzado sobre el telón de fondo de la política de proteccionismo comercial emprendida por Trump, que amenaza con fragmentar la G7 y hacerlo virar hacia un “G6 más 1”.

Putin no ha desperdiciado la ocasión de hacer propaganda de los mercados euroasiáticos desde China, donde realizó una visita de Estado y participó después en una cumbre de jefes de Estado de la Organización de Cooperación de Shanghái (OCSH) en Tsindao, que coincidió prácticamente con la cumbre del G7 en Canadá.

Contestando a preguntas de periodistas rusos sobre la oferta de retorno al G7, Putin evitó expresar sarcasmo o venganza. “Nosotros no nos marchamos. Los colegas en su momento se negaron a venir a Rusia por las causas conocidas. Por favor, estaremos muy contentos de verlos a todos con nosotros en Moscú”, dijo con elegancia. (ECHA- Agencias)