The Walking Dead: Así fue el capítulo final de la octava temporada

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El episodio final de la octava temporada de The Walking Dead arranca con un recuerdo de Rick: pasea de la mano con su hijo, tal y como él le recordó en su carta póstuma. Mientras Rick arropa a Judith, Siddiq aparece por su espalda con un biberón y le cuenta que su madre murió y le contó que creía que las almas estaban atrapadas en el cuerpo de los monstruos y que había que matarlos para liberarlas. Él se lo contó a Carl y él acabó pereciendo por honrar la memoria de una mujer a la que ni siquiera conocía. Rick le da las gracias por contárselo antes de partir.

Carol le dice a Henry que van a acabar con todo y el niño le pregunta que si luego volverá al Reino. Ella responde con un “quizá”. Jerry y Ezekiel también hablan sobre el futuro y el Rey se muestra satisfecho con la buena disposición de los suyos.

Rick, Maggie, Daryl, Rosita y Carol hablan sobre Gregory: no confían en su palabra y no saben si les meterán en una trampa, de modo que deciden investigar el terreno.

Morgan ataca a Henry tras pensar que la comunidad está en peligro: Carol lo detiene a tiempo y le hace ver que la alarma le ha saltado porque los salvadores rebeldes estaban ahuyentando a los caminantes para despejar el camino. En realidad, Morgan siente un gran cargo de conciencia y así se lo revela a Rick, a quien le dice que lo que hicieron con los salvadores estuvo mal, que les prometieron perdonarles la vida y que no puede volver atrás.

Con Rick y Michonne cerrando la comitiva, parten a la última batalla. En el Santuario, también están haciendo preparativos. Dwight está preso y esposado. Eugene le entrega a Negan la munición y le da una muestra para probarla. El líder decide llevarse consigo a Gabriel para confesarse y le cuenta que ha mandado a un puñado de hombres (que habían apostado por Simon) como señuelo con un mapa tan falso como el que Gregory llevó a Hilltop para fortalecer su mentira y engañar a Rick.

Morgan ve el fantasma de Jared tras acabar con uno de los salvadores y le dice que no podrá escapar de la muerte. El plan sale tal y como Negan espera y Gabriel decide arrojarse fuera del vehículo para hacerle llegar la información a Rick. Con la vista tan deteriorada no llega muy lejos y Eugene lo intercepta.

Rick y los suyos ven la mayor horda zombi hasta ese momento. Llegan a una explanada en la que se han colocado multitud de altavoces: oyen silbar a Negan y luego su voz. Dice estar en todas partes y le dice a Rick que tiene con él a su viejo amigo Eugene, a Dwight que lo ha traicionado sin saberlo y a Gabriel, a quien encañona. Cuando da la orden de atacar, salen muchísimos salvadores armados de los laterales y al disparar todos caen al suelo. Eugene ha manipulado la munición.

Morgan deja de matar y aplica un consejo que le ha dado Jesús antes de la batalla: golpear con el otro extremo de su vara a los vivos y usar el lado punzante solo contra los muertos.

Tara va con el resto de los supervivientes y los salvadores rebeldes se unen a ella. Abraham también llega con las mujeres de Oceanside. Negan, que escapa por los pelos, se refugia bajo un árbol y allí, él y Rick pelean. Con trozo de vidrio, Rick raja el cuello de Negan que queda inmovilizado, pero vuelve a recordar el paseo con su hijo, mira sus manos manchadas de sangre y sale de allí para pedirle a Siddiq que le salve la vida. Maggie entra en cólera y tienen que sujetarla: grita que mató a Glenn y que no parará todo hasta que muera. Sin embargo, Rick ha tomado una decisión: quiere que todos regresen a casa, le pide a los salvadores que bajen las manos y que promete justicia para todos. Que la forma en la que han vivido con Negan se acabó y que tienen que trabajar juntos para sobrevivir porque los muertos irán a por ellos.

Eugene reconoce ante Rosita que fueron sus palabras las que le llevaron a boicotear la munición y ella lo golpea en pago a haberle vomitado encima. Ahora están en paz.

Morgan le da a Carol sus protecciones y se marcha. Vemos a Rick llorando y repitiendo la frase de “mi misericordia prevaleció sobre mi ira” que ha sido el leit motiv de la segunda mitad de la temporada 8.

En el Hilltop, parte de los salvadores rebeldes deciden regresar al Santuario para recuperar el enclave, pero uno de ellos, Al, decide quedarse para trabajar en lo que propone “Llave para el futuro” y mejorar la comunidad. Tara lleva suministros para ayudar en ese proceso junto a las mujeres de Oceanside.

Por su parte, Daryl se lleva a Dwight al bosque, donde éste se derrumba y le pide perdón por todo lo que ha hecho, dice que no tiene excusa y que lo siente. Cree que le va a matar, pero le arroja las llaves de la furgoneta y le dice que la busque. Que no regrese o lo matará. Él va a su antiguo hogar donde su esposa le ha dejado una nota. En ella se lee “luna de miel” y el símbolo del infinito.

Jadis recibe la visita de Morgan. Le cuenta que no tiene por qué estar sola ahora que Rick y cía están tratando de cambiar las cosas y ella le pregunta cómo se llama. Le dice su nombre y ella le dice que puede llamarla Anna. Entonces él le dice que no va a volver.

Maggie no está de acuerdo con la decisión de Rick y Michonne de dejar con vida a Negan y habla con Jesús y Daryl: quieren hacerles ver que se equivocan. Ellos han ido a la enfermería a ver Negan a quien le dicen que va a pudrirse en una celda y que su cometido será exclusivamente hacerle ver a los demás que es posible hacer las cosas de otra manera y que va a ser un ejemplo en el nuevo orden que quieren construir.

Gabriel retorna a su iglesia, llena de cenizas en la que da las gracias por haber sobrevivido y donde afirma que “ya puede ver”. Rick escribe una carta en respuesta a Carl en la que le dice que él le enseñó ese nuevo mundo que ahora va a crear. Y le dice que lo recuerda. (Raquel Hernández Luján)