Gerardo Salazar, extraordinario velocista y campeón imbatible

 

El atletismo peruano también tuvo su época de oro. Una de las figuras más importantes, en la década de los 50 del siglo pasado, fue Gerardo Salazar. Era imbatible en los 100 y 200 metros, tanto en el país como en el extranjero, eran los años de Chano Ferrando, Julia Huapaya, los hermanos Julve, Hernán Alzamora y Julia Sánchez, entre otros muchos. Gerardo fue campeón sudamericano varias veces y se lució en los Panamericanos.

Gerardo Salazar Espino, hijo de don Enrique Salazar y doña Domitila Espino. Dotado de grandes condiciones y que en su época de refulgencia deportiva derroto a los más calificados atletas de Argentina, Chile, Uruguay, Brasil, Bolivia, Venezuela, etc. Desde su aparición en las filas locales, este atleta de Puerto Eten -Chiclayo- sobresalió por su velocidad extraordinaria y su impecable estilo para las partidas que lógicamente contribuyo para ganar carreras con claras ventajas sobre sus adversarios. Su fuerte era el arranque y también el impresionante sprint para cortar la cinta de llegada.
Salazar fue indiscutiblemente uno de los grandes velocistas de antaño, y su paso por las pistas abarco un ciclo de seis años. Durante este tiempo, su figura atlética se nutrió de aplausos y vítores; eslabonando una cadena de títulos sudamericanos y bolivarianos. Alcanzo los sitiales encumbrados del atletismo exponiendo méritos y virtudes a través de una campaña pletórica de halagos y satisfacciones. No hizo antesala en el deporte, ya que por sus magníficas condiciones de velocistas ingreso por la puerta grande.

Desde pequeño sintió la subyugante atracción del futbol y lo practicaba en el colegio “San José” de Chiclayo. Actuaba en la plaza de puntero derecho y su ambición era jugar por el Boca Juniors de Chiclayo. Vino a la capital para ingresar a la Escuela de Sub Oficiales de la FAP, y su incursión en el atletismo se produjo de una manera fortuita. Con ocasión de un torneo atlético entre los institutos armados lo tentaron para participar en los 100 y 200 metros planos. Salazar recordaba que en su infancia había ganado un evento de 50 metros, y se propuso intervenir en el mencionado certamen. Cuatro meses de entrenamiento le bastaron para asimilar las indicaciones del entrenador José Rivas, quien confiaba ciegamente en el futuro del promisorio velocista.

 

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