Lima Metropolitana se ahoga en su propio tráfico: la capital avanza a paso de tortuga

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El tráfico en Lima Metropolitana representa un desafío diario para sus habitantes, una realidad que se mide en horas perdidas y en un avance que, más que un desplazamiento, parece un ritual de paciencia.

Según diversos estudios y análisis de movilidad urbana, la velocidad promedio a la que se circula en la capital peruana, especialmente en horas punta, es asombrosamente baja.

Los datos disponibles de 2025 indican que la velocidad promedio en las horas punta puede descender hasta los 11 o 12 km/h, llegando en algunos casos a ser más lenta que la de un ciclista (12 a 15 km/h) o incluso un peatón (4 a 6 km/h).

Es importante no confundir esta velocidad promedio con los límites de velocidad establecidos por la normativa nacional. Los límites de velocidad vigentes en Lima Metropolitana, que se mantienen desde 2022, son:

Calles y jirones: 30 km/h

Avenidas: 50 km/h

Zonas comerciales, escolares u hospitales: 30 km/h

Zonas residenciales: 50 km/h

Esta lentitud tiene múltiples causas, una de las principales es el crecimiento desordenado y explosivo del parque automotor. En la última década, la cantidad de vehículos en Lima ha crecido a un ritmo mucho mayor que la infraestructura vial. Las calles y avenidas, muchas de ellas diseñadas para un flujo vehicular menor, simplemente no dan abasto para la cantidad de autos, buses y mototaxis que circulan por ellas.

Otra razón fundamental es la falta de un sistema de transporte público integrado y eficiente. La mayoría de los limeños depende de una red de transporte informal y desarticulada, que a menudo opera sin respeto por las normas de tránsito.

Este caos se traduce en paradas en lugares no permitidos, carreras por ganar pasajeros y un desorden generalizado que entorpece aún más el flujo. La falta de opciones de transporte masivo de calidad empuja a más personas a usar sus vehículos particulares, saturando las vías.

La infraestructura vial también presenta serios problemas. A pesar de los esfuerzos por construir nuevas vías y puentes, la red de calles está plagada de cuellos de botella, intersecciones mal diseñadas y la falta de planificación urbana integral. A menudo, las obras viales no están sincronizadas con un plan maestro de movilidad, lo que crea nuevos puntos de congestión en lugar de resolver los existentes.

Falta de cultura vial también como parte del problema

El comportamiento de los conductores es otro factor crítico. La falta de cultura vial es un problema reconocido. El no respetar las señales de tránsito, los semáforos, los cruces peatonales y la preferencia de paso son prácticas comunes que contribuyen significativamente a los embotellamientos. La agresividad al volante y la falta de cortesía crean situaciones de caos que se podrían evitar con una mayor educación y conciencia.

A esto se suma la invasión del espacio público por parte de vendedores ambulantes, taxis colectivos informales y otros elementos que reducen la capacidad de las vías. Las paradas informales de transporte público y las zonas de carga y descarga mal gestionadas bloquean carriles y entorpecen la circulación, especialmente en las zonas comerciales y más transitadas de la ciudad.

El sistema de semáforos también es un tema para considerar. La falta de una semaforización inteligente y sincronizada a lo largo de las principales arterias de la ciudad provoca que, en muchos casos, los conductores se detengan innecesariamente en semáforos en rojo que no están coordinados con el flujo de tránsito. Esto genera esperas más largas y embotellamientos que podrían ser evitados con una tecnología más avanzada.

La lentitud del tráfico en Lima Metropolitana es un fenómeno multifactorial. No es solo un problema de infraestructura, sino también de planificación, cultura ciudadana y una necesidad urgente de repensar el sistema de transporte público. Solo con un enfoque integral que combine inversión en infraestructura, educación vial y la implementación de un transporte masivo eficiente, se podrá aspirar a un futuro donde el avance por la ciudad sea un poco menos doloroso.

Fotos Andina

 

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