NAIROBI – Las tasas actuales de degradación de las tierras representan una grave amenaza ambiental y socioeconómica, impulsando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad y las crisis sociales. La producción para alimentar a más de 8000 millones de personas es el uso predominante de la tierra en el planeta. Sin embargo, esta actividad a escala industrial conlleva un alto costo ambiental.
Prevenir y revertir la degradación de las tierras son objetivos clave de la Convención de las Naciones Unidas de Lucha contra la Desertificación (Cnuld) y también son fundamentales para la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) y el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CDB).
Estas tres convenciones surgieron de la Cumbre de la Tierra de Río de Janeiro de 1992 para abordar las crisis interconectadas de la pérdida de biodiversidad, el cambio climático y la degradación de las tierras.
Un artículo publicado este mes en Nature por 21 destacados científicos argumenta que los objetivos de estas convenciones solo pueden alcanzarse invirtiendo la curva de la degradación de las tierras, y que la transformación de los sistemas alimentarios es fundamental para lograrlo.
El autor principal, Fernando T. Maestre, de la Universidad de Ciencia y Tecnología Rey Abdullah (Kaust) de Arabia Saudí, afirma que el artículo presenta un conjunto de medidas audaces e integradas para abordar conjuntamente la degradación de las tierras, la pérdida de biodiversidad y el cambio climático, así como una vía clara para su implementación para 2050.
Al transformar los sistemas alimentarios, restaurar las tierras degradadas, aprovechar el potencial de los productos del mar sostenibles y fomentar la cooperación entre naciones y sectores, podemos frenar la degradación de las tierras y revertirla, a la vez que avanzamos hacia los objetivos de la Cnuld y otros acuerdos globales.
El coautor Barron J. Orr, científico jefe de la Cnuld, afirma: “Una vez que los suelos pierden fertilidad, los mantos freáticos se agotan y se pierde la biodiversidad, restaurar las tierras se vuelve exponencialmente más costoso».
«El ritmo constante de degradación de las tierras contribuye a una serie de crecientes desafíos globales, como la inseguridad alimentaria e hídrica, la reubicación forzada y la migración de la población, el malestar social y la desigualdad económica”, añade.
La degradación de la tierra no es solo un problema rural; afecta los alimentos que consumimos, el aire que respiramos y la estabilidad del mundo en que vivimos. No se trata de salvar el medio ambiente, sino de asegurar nuestro futuro compartido.
Los autores sugieren un objetivo ambicioso pero alcanzable de restauración de 50 % de la tierra para 2050 (actualmente la meta es de 30 % para 2030), con enormes beneficios colaterales para el clima, la biodiversidad y la salud mundial.
Titulado “Reducir la curva de la degradación de la tierra para alcanzar los objetivos ambientales globales”, el documento de los 21 científicos argumenta que es imperativo reducir la curva de la degradación de la tierra deteniendo la conversión de tierras y restaurando la mitad de las tierras degradadas para 2050.
“Los sistemas alimentarios aún no se han incorporado plenamente en los acuerdos intergubernamentales ni reciben la atención suficiente en las estrategias actuales para abordar la degradación de las tierras. Sin embargo, reformas rápidas e integradas centradas en los sistemas alimentarios mundiales pueden impulsar la recuperación de la salud de las tierras y garantizar un planeta más sano y estable para todos”, se dice en partes del documento.
En este contexto, los autores innovan al cuantificar el impacto de reducir el desperdicio de alimentos en 5 % para 2050 y maximizar la producción sostenible de alimentos provenientes de los océanos; medidas que por sí solas podrían preservar un área mayor que África.
Afirman que restaurar 50 % de las tierras degradadas mediante prácticas sostenibles de gestión de la tierra equivaldría a la restauración de tres millones de kilómetros cuadrados (km²) de tierras de cultivo y 10 millones de km² de tierras no cultivables, lo que suma un total de 13 millones de km².
Se enfatiza que la restauración de tierras debe involucrar a las personas que viven en ellas y las gestionan, especialmente a los pueblos indígenas, los pequeños agricultores, las mujeres y otras personas y comunidades vulnerables.
Otra coautora del estudio, Dolors Armenteras, profesora de Ecología del Paisaje de la Universidad Nacional de Colombia, afirma que la degradación de las tierras es un factor clave en la migración forzada y los conflictos por los recursos.
Las regiones que dependen en gran medida de la agricultura para su sustento, especialmente los pequeños agricultores, que alimentan a gran parte del mundo, son particularmente vulnerables. Estas presiones podrían desestabilizar regiones enteras y amplificar los riesgos globales.
Para apoyar a estos segmentos vulnerables de la población, el documento insta a intervenciones como la transferencia de subsidios agrícolas de las granjas industriales a gran escala a pequeños productores sostenibles, incentivando la gestión responsable de la tierra entre los 608 millones de agricultores del mundo y fomentando su acceso a la tecnología, la garantía de derechos territoriales y mercados justos.
“La tierra es más que suelo y espacio. Alberga biodiversidad, recicla el agua, almacena carbono y regula el clima. Nos proporciona alimento, sustenta la vida y alberga profundas raíces ancestrales y de conocimiento», afirma otra coautora, Elisabeth Huber-Sannwald, profesora del Instituto Potosino de Investigación Científica y Tecnológica, San Luis Potosí, en México.
Añade que «hoy en día, más de un tercio de la superficie terrestre se utiliza para cultivar alimentos, alimentando a una población mundial de más de 8000 millones de personas”.
Sin embargo, actualmente, continúa, “las prácticas agrícolas modernas, la deforestación y el uso excesivo están degradando el suelo, contaminando el agua y destruyendo ecosistemas vitales. La producción de alimentos por sí sola genera casi 20 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero.
«Necesitamos actuar. Para asegurar un futuro próspero y proteger la tierra, debemos reimaginar cómo cultivamos, cómo vivimos y cómo nos relacionamos con la naturaleza y entre nosotros”, afirma Huber-Sannwald.
Con un estimado de 56,5 millones de km² de tierras agrícolas, de cultivo y de pastoreo que se utilizan para producir alimentos, y aproximadamente 33 % de todos los alimentos producidos se desperdician, de los cuales 14 % se pierde después de la cosecha en las granjas y 19 % en las etapas de venta minorista, servicios de alimentación y hogares, reducir el desperdicio de alimentos en 75 % podría, por lo tanto, ahorrar aproximadamente 13,4 millones de km² de tierra.
Las soluciones propuestas por los autores incluyen políticas para prevenir la sobreproducción y el deterioro, la prohibición de las normas de la industria alimentaria que rechazan los productos «feos», el fomento de las donaciones de alimentos y la venta con descuento de productos próximos a caducar, campañas educativas para reducir el desperdicio doméstico y el apoyo a los pequeños agricultores de los países en desarrollo para mejorar el almacenamiento y el transporte.
Otras soluciones propuestas incluyen la integración de los sistemas alimentarios terrestres y marinos, ya que la carne roja producida de forma insostenible consume grandes cantidades de tierra, agua y pienso, y emite importantes gases de efecto invernadero. Los mariscos y las algas marinas son alternativas sostenibles y nutritivas. Las algas marinas, por ejemplo, no necesitan agua dulce y absorben el carbono atmosférico.
Los autores del estudio recomiendan medidas como sustituir 70 % de la carne roja producida de forma insostenible por productos del mar, como pescado y moluscos silvestres o de piscifactoría. Sustituir tan solo 10 % de la ingesta mundial de verduras por productos derivados de algas marinas podría liberar más de 0,4 millones de km² de tierras de cultivo.
No obstante, señalan que estos cambios son especialmente relevantes para los países más ricos con un alto consumo de carne.
En algunas regiones más pobres, los productos animales siguen siendo cruciales para la nutrición. Por lo tanto, la combinación de reducción del desperdicio de alimentos, restauración de tierras y cambios en la dieta permitiría preservar o restaurar aproximadamente 43,8 millones de km² en 30 años (2020-2050).
Las medidas propuestas en conjunto también contribuirían a los esfuerzos de reducción de emisiones al mitigar aproximadamente 13,24 gigatoneladas de CO₂ equivalente al año hasta 2050 y ayudarían a la comunidad mundial a cumplir sus compromisos en diversos acuerdos internacionales, incluidas las tres Convenciones de Río y los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU.
En general, los autores instan a que las tres convenciones de Río de la ONU (CDB, Cnuld y Cmnucc) se unan en torno a objetivos compartidos en materia de tierras y sistemas alimentarios, fomenten el intercambio de conocimientos de vanguardia, monitoreen los avances y adapten la ciencia a políticas más eficaces, todo ello para acelerar la acción sobre el terreno.
Un paso en la dirección correcta: las 197 Partes de la Cnuld, en su última Conferencia de las Partes (COP16) celebrada en Riad, ya adoptaron una decisión para evitar, reducir y revertir la degradación de las tierras y los suelos agrícolas.
Los hallazgos del documento científico en cifras:
- 56 %: Aumento proyectado en la producción de alimentos necesario para 2050 si mantenemos la trayectoria actual.
- 34 %: Porción de la superficie terrestre libre de hielo que ya se utiliza para la producción de alimentos, que se espera alcance el 42 % para 2050.
- 21 %: Porcentaje de las emisiones globales de gases de efecto invernadero producidas por los sistemas alimentarios.
- 80 %: Proporción de la deforestación impulsada por la producción de alimentos
- 70 %: Cantidad del consumo de agua dulce que se destina a la agricultura
- 33 %: Fracción de los alimentos mundiales que actualmente se desperdician
- Un billón(millón de millones) de dólares: Valor anual estimado de los alimentos perdidos o desperdiciados a nivel mundial
- 75 %: Objetivo ambicioso de reducción del desperdicio de alimentos a nivel mundial para 2050
- 50 %: Propuesta de restaurar la porción de tierra degradada para 2050 mediante la gestión sostenible de la tierra
- 278 000 millones de dólares: Déficit de financiación anual para alcanzar los objetivos de restauración de tierras de la Cnuld
- 608 millones: Número de explotaciones agrícolas en el planeta
- 90 %: Porcentaje de todas las explotaciones agrícolas con menos de 2 hectáreas
- 35 %: Proporción de los alimentos mundiales producidos por pequeñas explotaciones agrícolas
- 6500 millones de toneladas: Rendimiento potencial de biomasa utilizando 650 millones de hectáreas de océano para el cultivo de algas
- 17,5 millones de km²: Superficie de cultivo estimada que se ahorraría si la humanidad adoptara la dieta propuesta por Río+ (menos carne roja producida de forma insostenible y más productos alimenticios derivados de algas y mariscos de origen sostenible)
- 166 millones: Número de personas que podrían evitar las deficiencias de micronutrientes con una mayor ingesta de alimentos acuáticos
T: MLM / ED: EG