Fratelli Tuti (Parte II)

 

Presentamos las ideas de Francisco en los últimos capítulos de su encíclica.

CAMINOS DE REENCUENTRO

Francisco afirma que los caminos son recomenzar la verdad, la arquitectura de la paz, las luchas legítimas y el perdón, la memoria, la guerra y la pena de muerte.

A. Recomenzar desde la Verdad.

El dolor y lo enfrentamientos nos han transformado. Nos hace aprender a cultivar una memoria penitencial, capaz para sumir el pasado para liberar el futuro de las propia satisfacciones, confusiones y proyecciones. Buscar la verdad y la justicia, que honra la memoria de las victimas y que se abre, a una esperanza común. La verdad, la justicia y la misericordia son esenciales para construir la paz. Verdad es confesar qué pasó con los menores de edad reclutados por los actores violentos y con los familiares de los desaparecidos. Verdad es reconocer el dolor de las mujeres víctimas de violencia etc.

B. La arquitectura de la artesanía de la paz.

Hay una arquitectura de la paz, donde intervienen las diversas instituciones de la sociedad, cada una con su competencia, pero hay también una artesanía de la paz que involucra a todos. Los obispos de Corea del Sur señalaron que una verdadera paz “solo puede lograse cuando luchamos por la justicia a través del diálogo, persiguiendo la reconciliación y desarrollo mutuo”. La paz no es solo ausencia de guerra sino reconocer y reconstruir la dignidad olvidado de hermanos nuestros. “Solo la cercanía de los valores de los pobres de hoy, sus legítimas anhelos y su modo propio de vivir. La opción por los pobres debe conducirnos a la amistad con los pobres”.

C. El valor y el sentido del perdón.

Jesús condenaba el uso de la fuerza para imponerse a los demás. Leemos en Mateo, 20,25-26: “Ustedes saben que los jefes de las naciones las someten y los poderosos las dominan. Entre ustedes no debe será sí”. Sin embargo, Jesucristo dijo “No piensan que vine atraer la paz a la tierra. ¡No bien atraer paz, sino la espada! (Mateo, 10, 34-36). Faltar a Jesucristo es participar en el mundo que está lleno de conflictos. Debemos ser fieles a nuestra propia opción. Estamos llamados a amar a todos, pero amar a alguien que me hace daño, no es consentir que sigue siendo así; tampoco es hacerle pensar que lo que hace es aceptable. Quien sufre la injusticia tiene que defender con fuerza sus derechos y los de su familia. Perdonar no quiere decir permitir que sigan pisoteando la propia dignidad que Dios nos ha dado. Nadie me prohíbe que exija justicia y que me preocupe que no vuelva dañarme ni haga el mismo daño a otros. Corresponde que lo que haga, y el perdón no solo no anula es necesidad, sino que la reclama. Sin embargo, nadie alcanza la paz interior si se busque venganza y destruir al otro. Debemos reclamar justicia, pero Pablo dice en la carta a los Romanos: “El amor no hace nada malo al prójimo; el amor, pues, es la ley perfecta”. Quien cultiva la bondad en su interior recibe una conciencia tranquila en medio de las dificultades. La verdadera reconciliación no escapa del conflicto, sino que se logra en el conflicto, superándolo a través del diálogo sincera y paciente.

D. La Memoria

Nunca se avanza sin memoria, no se evoluciona sin una memoria: los bombardeos atómicos a Hiroshima y a Nagasaki, las persecuciones, el tráfico de esclavos y las matanzas étnicas. La Shoah no debe olvidarse. La reconciliación es un hecho personal, y nadie puede imponerla al conjunto de la sociedad, aun cuando debe promoverla. No es posible decretar una “reconciliación general”. ¿Quién se puede arrogar el derecho de perdonar en nombre de los demás? Se debe mantener el recuerdo de las víctimas para que la conciencia se fortalezca contra la dominación y la destrucción. Nunca se avanza sin memoria. Es importante el recuerdo de quienes fueron capaces de recuperar la dignidad y con pequeños o grandes gestos optaron por la solidaridad, el perdón, la fraternidad. Es muy son hacer memoria de bien. El perdón no implica olvido. Cuando hay algo que jamás debe ser olvidado, sin embargo, puede ser perdonado. Los que perdonan, renuncian a las mismas fuerzas de destrucción. La venganza nunca sacia la insatisfacción de las víctimas. El perdón no excluye la justicia. El perdón es precisamente lo que permite buscar La justicia sin caer en el círculo vicioso de la venganza ni en la injusticia de la venganza ni en la injusticia. Pido a Dios, que prepara nuestros corazones en el encuentro con los hermanos, más allá de las diferencias de ideas, lengua, religión, prepara nuestras corazones con misericordia para curar las heridas de los errores, incomprensiones y controversias. El perdón libre y sincero es una grandeza que refleja la inmensidad del perdón divino.

E. La guerra y la pena de muerte

Se desata fuerzas incontrolables que hacen daño a las sociedades, a los más débiles, al medio ambiente ya los bienes culturales, con perdidas irrecuperables para la comunidad común. La cuestión que, a partir del desarrollo de las armas nucleares, químicas y biológicas y de las enormes y crecientes posibilidades que brindan las nuevas tecnologías, se dio a la guerra un poder destructivo fuera de control que afecta a muchos civiles inocentes. Ante esta realidad es muy difícil sostener los criterios racionales madurados en otros siglos para hablar de una posible “guerra justa.” ¡Nunca mas la guerra! La paz y la estabilidad internacional no pueden basarse en una falsa sensación de seguridad, en la amenaza de destrucción mutua o de la aniquilación total, en el simple mantenimiento de equilibrio de poder. San Juan Pablo II declaró de manera clara y firme que la pena de muerte es inadecuada en el ámbito moral y ya no es necesaria en el ámbito penal. Leemos en la carta a los Corintios de Pablo, 12, 17-19: “No devuelvan a nadie mal por mal, y que todos puedan apreciar sus buenas disposiciones. Hagan todo lo posible para vivir en paz con todos. Hermanos, nos se tomen la justicia por su cuenta.” Todos los cristianos y todos los hombres de buena voluntad están llamados, por lo tanto, a luchar no solo por la abolición de la pena de muerte, legal o ilegal que sea, y en todas sus formas.

 

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