En un mundo que valora la lógica, la razón y la precisión matemática, la noción de «conocimiento impropio» puede sonar contradictoria. Lejos de ser un error o una ausencia de saber, este concepto emergente se revela como una pieza fundamental para comprender la complejidad de la realidad moderna.
La magia de lo no cuantificable: ¿Qué es el «conocimiento impropio»?
El «conocimiento impropio» se desmarca de las formas convencionales de entendimiento. No busca cuantificar, categorizar o predecir con la rigidez de las ciencias exactas. En cambio, opera en un terreno más fluido, donde los parámetros varían constantemente y las dependencias entre los elementos no responden a una causalidad lineal. Es un saber que «se está haciendo», en constante evolución y transformación. Piensa, por ejemplo, en la intuición de un artista al crear una obra maestra; no sigue un manual, sino que «siente» el siguiente trazo. O en la sabiduría popular que se transmite oralmente, adaptándose y evolucionando con cada generación, sin un único autor o versión final.
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Un puente entre el arte, la ciencia y la filosofía
Lo fascinante de esta perspectiva es su capacidad para conectar disciplinas aparentemente dispares. Este tipo de conocimiento no es una invención aislada, sino el resultado de la confluencia de tres revoluciones trascendentales a principios del siglo XX: la fenomenología filosófica de Husserl, la física cuántica con Planck y Einstein, y el arte surrealista liderado por André Breton. Cada una, a su manera, desafió los paradigmas establecidos y abrió puertas a nuevas formas de percibir el mundo.
El surrealismo: ventana artística a lo inesperado
Dentro de esta tríada revolucionaria, el surrealismo emerge como una manifestación artística clave del «conocimiento impropio». André Breton y sus seguidores no buscaban representar la realidad de forma mimética, sino explorar una «surrealidad» o «realidad superior» que residía en el subconsciente. A través del automatismo psíquico —esa expresión espontánea del pensamiento sin el filtro de la razón—, el surrealismo demostró cómo las asociaciones inesperadas y la unión de extremos pueden generar una comprensión profunda, aunque ilógica, del universo. Un ejemplo claro sería un sueño vívido que, aunque caótico, nos deja una sensación o una «verdad» sobre nuestro estado emocional.
La filosofía y la ciencia desafían lo racional
Desde la filosofía, la fenomenología aportó la noción de intencionalidad, una relación dinámica y «borrosa» entre el sujeto y el objeto que se está construyendo constantemente. Simultáneamente, la física cuántica, con sus conceptos de entrelazamiento, superposición y el principio de incertidumbre, nos reveló un universo donde las posibilidades son múltiples y las realidades no están fijas hasta que son observadas. Imagina la decisión de qué ruta tomar en una ciudad desconocida sin un mapa, basándote en sensaciones y pequeños indicios; no es una elección lógica, pero puede llevarte a tu destino. O la improvisación en el jazz, donde cada músico reacciona a los demás en tiempo real, creando una armonía única e irrepetible.
¿Es válido el «conocimiento Impropio»? ¡Absolutamente!
La respuesta es un rotundo sí. El valor de este tipo de conocimiento radica precisamente en su capacidad para ir más allá de lo evidente y lo racionalmente estructurado. Al aceptar el «conocimiento impropio», reconocemos que la verdad no siempre es lineal o fácilmente cuantificable. Nos abrimos a una comprensión más rica de la existencia, donde la intuición, la creatividad y las conexiones inesperadas juegan un papel crucial. Es como cuando un chef experto combina ingredientes aparentemente dispares y crea un plato delicioso; su «conocimiento impropio» de los sabores va más allá de una receta.
Un enfoque vital para entender el presente y el futuro
En la actualidad, donde la incertidumbre y la complejidad son la norma, el «conocimiento impropio» ofrece herramientas valiosas. Nos permite apreciar cómo la historia no es solo una secuencia de eventos pasados (Historie), sino también un proceso vivo que «se está haciendo» en el presente (Geschichte), moldeado por innumerables factores no siempre racionales o predecibles. Piensa en el desarrollo urbano de una zona de Lima, con sus cambios constantes, sus nuevas propuestas y la vida que emerge de forma espontánea en sus calles. Esto no es un plan fijo, sino una constante «construcción» de realidad.
Al integrar esta perspectiva, no solo ampliamos nuestra definición de «saber», sino que también nos equipamos mejor para navegar un mundo en constante cambio. Reconocer el «conocimiento impropio» es abrazar una visión más completa de la realidad, donde la lógica y lo ilógico coexisten y contribuyen a nuestra comprensión colectiva.