Cuando la belleza cuenta

 

Cuesta creerlo, pero está probado: En elecciones políticas, la buena pinta ayuda a conseguir votos.

Esta afirmación es válida en las elecciones internas que convocan los partidos para nominar a sus candidatos en contiendas locales, e incluso parlamentarias. No se ha demostrado –ni siquiera sugerido– que esto se aplique a elecciones generales, donde suelen dirimirse diferencias ideológicas.

Podemos añadirle una cuota de intriga al imaginar hasta dónde puede llegar la fuerza del poder estético. Veamos, los partidos conservadores suelen proponer en sus listas a la gente “bien parecida” a diferencia de los progresistas o de izquierda que le dan mayor peso a otros factores. Y sin duda, analizando resultados de todo el mundo, con mayor frecuencia ganan los conservadores aunque no sea necesariamente por la pinta ¿O sí?

Lo anterior se desprende de investigaciones realizadas por los científicos Niclas Berggren, Henrik Jordahl y Panu Poutvaara, quienes consultaron a más de diez mil ciudadanos de Finlandia, Suecia y otros países europeos, básicamente, pero también de fuera de Europa, entre los años 2008-2009.

Este no fue el primer estudio aunque tal vez el más completo. En el año 2000, la investigadora Judith H. Langlois había conducido un estudio para averiguar si la buena presencia aporta ventajas en política. Y la respuesta fue un rotundo Sí.

La investigación de Judith Langlois concluyó que “Las personas bien parecidas reciben mejor trato en la interacción social y logran niveles de ocupación más elevados”. De allí al éxito político hay solo un paso.

Ese fue el punto de partida para que Berggren, Jordahl y Poutvaara diseñaran una amplia investigación sobre la probable relación de causa-efecto entre la buena apariencia y el éxito electoral.

Se trataba de averiguar si la relación existe y en qué medida afecta los resultados, y para ello pidieron a más de diez mil ciudadanos su valoración de casi dos mil fotografías de políticos y políticas. Las conclusiones no son rotundas en todas las hipótesis planteadas, pero sí sugerentes.

Ya se había publicado antes que “…el rol de la apariencia física en política puede ser relacionado con los hallazgos más tempranos del premio a la belleza en las relaciones laborales. (Hamermesh and Biddle, 1994).

En su estudio del 2008-2009. Nicclas Berggren es categórico en un solo punto: “El principal resultado es que el factor belleza ayuda en elecciones internas”.

Algo más quedó claro en esta y otras investigaciones sobre el tema, y es que –para variar– apareció la archiconocida brecha de género.

Las candidatas tienen una mayor “obligación” de belleza, estilo y otros valores estéticos aparte de talento, credibilidad y demás virtudes, frente a sus competidores varones.

Esto parece ser igual acá y en las antípodas, no hace falta ir hasta Europa para saber que esto es cierto: En el Perú, el MIMDES, en un informe del año 2010, afirmó o mejor dicho, confirmó lo que sabemos, que para la mujer “la exigencia de cualidades es mayor que para los varones”.

Tal vez esta exigencia de calificaciones adicionales para la mujer sea un escape del viejo paradigma –políticamente incorrecto en estos tiempos– de que el ejercicio del poder es atributo masculino, y (suena a concesión a desgana) la mujer se puede hacer merecedora de su cuota de poder siempre y cuando tenga belleza/estilo/atractivo. Que tenga talento, vale, pero no siempre han triunfado las más capaces.

Habrá que seguir investigando para ver hacia dónde va el voto femenino en ausencia de diferencias ideológicas ¿Otorga el premio de la belleza a los candidatos varones?

 

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