Los de abajo esperan un verdadero “Salvador”

 

El flamante Primer Ministro del renovado gabinete ministerial del presidente Vizcarra, el abogado y actor Salvador del Solar, debe estar abocado a estas alturas en la elaboración del texto que le permitirá exponer la política general del gobierno y las principales medidas que requieren su gestión. La calidad de tan importante documento abrirá el camino para plantear de inmediato una cuestión de confianza ante la representación nacional. Ya está corriendo el plazo de 30 días, luego que asumiera tan delicada función. Al mismo tiempo, se escuchan voces en el parlamento que adelantan opinión. Unos señalan que hay que otorgarle el beneficio de la duda, otros se preguntan si cumplirá el rol de actor principal o simple actor de reparto y, finalmente, quienes desde ya le muestran rostro fiero, como preámbulo de una oposición radical.

Pero el futuro político de este Salvador, no solamente se jugará en ese escenario en donde los “padres de la patria”, también “madres de la patria”, hacen y deshacen lo que les vienen en gana y no siempre inspirados en una gobernabilidad, que haga factible el buen uso del bien común. Del mismo modo, se comienza a definir tal futuro en el escenario mediático. Tan es así que no se sabe si por ingenuidad o por otra razón, en la página editorial de un conocido medio se preguntan ¿quiénes son exactamente “los poderosos”? y ¿quién define cuáles son los intereses del pueblo? Extraño, cuando todo el mundo sabe que según el habla popular, “los poderosos” está constituida por una minoría que tiene el poder del dinero y, por consiguiente, manipula la manija de la política económica del país, mientras que “el pueblo” hace referencia pragmática a las mayorías nacionales, a los de abajo, a quienes tienen escasa o poca capacidad dineraria para atender el sustento diario personal y de la familia.

Podría ser que ante lo señalado, alguien salga preguntando ¿qué es el bien común general? Expresión que quizá no sea del conocimiento de todos y, por eso mismo, me adelanto a señalar que, el mismo, se puede definir como el objeto de la sociedad política. Es cierto que resulta difícilmente definible y esto porque incluye connotaciones éticas y políticas, elementos ideales y concretos, además de la carga de aspectos jurídicos e institucionales.

Ampliando lo manifestado, por un lado el calificativo de “común” precisa o determina un “bien” que no es privado o particular, que interese a todos y a cada uno de los miembros de la sociedad. Pueden ser personas individuales, sociedades y comunidades intermedias que la integran. Hay que anotar que el “bien común general” constituye una realidad distinta y separada de los bienes particulares propios de las sociedades intermedias y de los bienes personales que integran la sociedad general. El “bien común general” es superior y tiene primacía sobre los “bienes particulares”.

Para mayor entendimiento debemos de citar que el alcance de los ideales del bien común está supeditado a la política económica y social que plantee y desarrolle la política general del gobierno. Difícil pero no imposible podría esperarse que el gabinete “Salvador” determine acciones que tiendan a solucionar los problemas más apremiantes que sufre la gran mayoría de nuestro pueblo. Más que simples promesas, los marginados, discriminados, olvidados y no contactados, esperan alcanzar los medios para su desarrollo integral. El derecho a la vida, que incluye el derecho a la salud, a la educación, a la vivienda es una promesa incumplida. Históricamente “los poderosos” y sus cómplices en el campo político, se han encargado de frustrar los anhelos de ese pueblo.

 

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