Una tradición hecha fútbol

 

Peruanos y uruguayos se vuelven a enfrentar mañana. Es un amistoso como el del pasado viernes donde perdimos 0-1 en el viejo estadio Centenario de Montevideo. Pienso que así como hay verdaderos Clásicos en esta parte sudamericana, por ejemplo entre Brasil-Argentina o Perú-Chile, los compromisos frente a los orientales celestes han adquirido especiales matices por varios antecedente salvo el 0-6 de la noche del 17/6/2008. Y los quiero enumerar: primero, porque , reitero salvo esa catastrófica caída con Chemo del Solar como entrenador, la blanquirroja siempre ha sabido realizar grandes partidos, enormes triunfos y mejores elogios de parte de la crítica no solo nuestra sino de la propia prensa uruguaya.

Segundo, porque un mediodía del 2010 que entrevisté a su entrenador Óscar W. Tabárez en los predios del seleccionado uruguayo –algo así como la Videna nuestra- me alcanzó a decir una frase que no olvido: “He recorrido muchas canchas de fútbol, he enfrentado a cualquier tipo de selecciones del mundo pero jugar contra los peruanos no solo representa para mí un desafío sino la oportunidad de ver a sus jugadores, desde muy cerca, lucir una técnica incomparable que a mí, particularmente me deleita ¿y sabe por qué? porque toda mi vida me gustó el fútbol bien jugado”. Hay, por consiguiente y esto es mío gran respeto de parte de Uruguay hacia Perú.

Tercero, porque no sé de dónde diablos nuestros seleccionados cada vez que juegan contra Uruguay –obviemos el 0-6 con expulsión de por medio de Paolo Guerrero y una gran noche de Diego Forlán como que le hizo tres goles a Leao Butrón- hemos obtenido triunfos que, al menos yo, los tengo recreándose en las retinas de mis ojos.

Uno de ellos, la tarde del domingo 23 de agosto de 1981 en el Centenario por las Eliminatorias para España 82 que ganamos 1-2. A la selección la dirigia Elba de Padua Lima, el famoso Tim que ya en Bogotá en partido de ida había empatado (1-1) a Colombia con gol en los minutos finales de Guillermo La Rosa de espectacular cabezazo y en Lima le habíamos ganado a los de la cumbia de Carlos Salvador Bilardo por 2-0 mediante anotaciones de Jerónimo Barbadillo y Julio César Uribe de penal. .

En la antesala de ese 1-2 del Centenario, dos días antes Antonio Sacco un ex crack uruguayo que jugó en Sport Cristal invitó a toda la delegación incluido a nosotros los periodistas a una parrillada en su enorme casa. También asistieron periodistas uruguayos. Confraternidad plena. Antes de retirarnos los colegas uruguayos rodearon a Tim y le preguntaron por un ganador del domingo. Tim sin dejar de fumar les respondió: “Este domingo gana Perú”. Los colegas se miraron entre ellos y uno, Jorge Savia de “El País” se atrevió a preguntarle ¿y nos puede adelantar un posible marcador”. Tim volvió a dar otra bocanada de humo y muy secamente le dijo: 2-1. Y así fue. Desde ese instante supe en mi vida que la experiencia –que Tim la tenía a raudales- muchísimas veces viene acompañada de sabiduría. Y Tim fue eso: un sabio del fútbol y de la vida misma y que meses después -ya clasificados para España 82- en la gira por Europa previa a la cita mundialista de España, cuando se le ganó (0-1) a Francia de Michel Platini en el estadio Parque de los Príncipes con un gol de Juan Carlos Oblitas, comprobé con mayor razón ¿Qué pasó? Que Tim en la conferencia de prensa tras ese gran triunfo frente a los periodistas franceses elogió sin parar al equipo de Platiní. Cuando a solas y ya finalizada la conferencia, dada mi amistad con él, le pregunté por qué en vez de elogiar a nuestra selección lo había hecho con el derrotado, Tim me miró sonriendo para decirme: “Cuánto más elogias al rival derrotado, más mérito tiene tú victoria”.

Vuelvo al 1-2 del Centenario del 1982 y escucho como el uruguayo Hugo Bagnulo, ex entrenador de Alianza Lima, consolaba a Roque G. Máspoli entrenador de aquél seleccionado diciéndole: “Tranquilo Rogue Gastón en Lima la puedes hacer”. No la hizo porque con el 0-0 llegamos nosotros al Mundial y no ellos a España 82.

Y en este presente hoy lunes precisamente me encontré con Julio César Uribe que esa tarde memorable hizo el segundo gol y me recalca: “Fue una felicidad enorme haber contribuido con mi gol a ese triunfo que nos dejó a un pasó de España 82; de identificarme con mis compatriotas en esa felicidad como un nivel de conciencia que solamente alcanzan los privilegiados”. Me añade: “Ese triunfo representó una satisfacción indescriptible más aún porque logramos hacer grandes cosas con pocas herramientas que para nada se igualan a las que hoy se le brindan a nuestros seleccionados”. Y fue nada menos que ante un seleccionado como el uruguayo que puede darse el lujo de pregonar por cualquier lugar del mundo quiénes son ellos en materia de fútbol”

En una ocasión con Guillermo La Rosa hablamos de ese 1-2 del Centenario, autor directo del primer gol nuestro. Como buen católico dio gracias a Dios haber anotado esa tarde y lo propio lo hizo con Tim, ya fallecido. Del brasileño alcanzó a decirme: “Hasta hoy sigo pensando que el viejo Tim fue uno de los mejores entrenadores que tuve  al lado Marcos Calderón y Zózimo. A su larga experiencia como técnico y sé de lo buen jugador que fue en su país así como en la Argentina donde también actuó, se unía la facilidad con que se hacía entender y no necesitaba de muchas palabras para ello. Fueron enseñanzas que uno nunca olvidará”.

Mañana por la noche los jugadores de Ricardo Gareca tienen la oportunidad de ofrecernos un triunfo. Se anuncian reapariciones como la Edison ‘Orejas’ Flores y de un cambio de táctica como de pasar del 4-2-3-1 allá al 4-3-2-2 de la noche limeña. Veo las nóminas actuales de ambos seleccionado y solo se rescatan dos nombres que siguen vigentes: Paolo Guerrero por los nuestros y Diego Godín por la visita. Coincidencias de la vida, ambos serán los capitanes de cancha. Bueno, sus pergaminos así los acreditan y solo queda esperar un buen partido y que el triunfo, como en otras ediciones así sea amistoso, vuelvo a flamear por todo lo alto con el famoso grito de su autor Roberto ‘Pecoso’ Remírez (+) ¡Arriba Perú!

 

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