El secreto de “La Perricholi”

 

Los expertos en cosmobiología -como mi engreída “Agatha Lys”- afirman que la palabra “Horóscopo”, quiere decir: “Doy la hora”  añadiendo que su origen, es imposible de fechar, pues parece haber nacido junto con el fuego, mucho antes de la rueda y a la par de la vieja inquietud humana, por conocer las sorpresas del  destino,  los avatares de la guerra, las grandezas y miserias del poder político, las angustias de la fortuna y -desde luego- las alegrías y tristezas, que suele prodigarnos el amor.

Pareciera pues, que consultar al porvenir, a través de las diferentes “mancias”, es elemento ineludible de nuestro libreto vivencial, incluyendo a los dizque “incrédulos”, que cada mañana consultan los “merciocos”, o escuchan la radio, prestando atención a los vaticinios que con mayor o menor seriedad formulan “astrólogos” ciertos y de los otros. Pues, en el mundo actual, nadie ignora su signo astrológico. Y quien diga “si” verá crecer su nariz al llegar la noche pinochera.

En mi modesto caso, nací en medio de una familia poderosamente vinculada a la magia en todos sus aspectos, sobre todo, su más ilustre representante mi abuelo, Herr Bernhardt Brenner Climinch, que además de su ternura de viejo bueno, se empeñó en enseñarme diversas teorías alquímicas, cabalísticas, mágicas y adivinatorias, que yo iba aprendiendo al mismo tiempo que descifraba el misterio del ABC, en el “cartón” que se usaba en mis tiempos infantiles. Y bueno, por lo menos, a leer y escribir, aprendí desde muy temprano. De lo demás, sólo puede hablar, mi brillante hija “Agatha Lys” quien dotada por la naturaleza, nació clarividente y desde niña “devoró los valiosos libros de su bisabuelo y una que otra cosa que yo logré enseñarle, mientras “otros familiares”, decían que “iba a volver loca a la chica, con tales fantasías”.

Hoy, el tiempo ha transcurrido y gracias a su esfuerzo y a su indetenible aprendizaje que con frecuencia la lleva en consulta a la vieja biblioteca familiar, “Agatha Lys” es un referente emblemático,  no sólo en el Perú, sino en Latinoamérica, en tanto sus frecuentes visitas a diversos países del mundo, le han valido el lema: “Mundialmente reconocida”, no sólo por sus aciertos cosmobiológicos, sino por su incansable vocación  de estudio, que me hace decir con orgullo cada vez que compartimos escenarios: “antes, yo era más famoso que ella, pero ahora… ella, es, justificadamente, más famosa que yo”… y que Dios bendiga su trabajo, sus éxitos y su nobleza de buena hija.

AGATHA Y…”LA PERRICHOLI”

Resulta que entre los hallazgos que no cesan de sorprendernos, emergiendo del “Baúl del Abuelo”, cual conejo del  sombrero de Fu-Man-Chu- Agatha Lys ha encontrado un secreto celosamente guardado por siglos. Algo que hoy, confirma el prestigioso         escritor e historiador Alonso Cueto, a quien ofrezco mis respetos.

Doña Micaela Villegas, la legendaria actriz que a los 16 años, enloqueciera de amor al valetudinario Virrey Amat de Junyent (así se escribe su verdadero apellido), no era la inocente jovencita que escaló socialmente como “preferida” del hombre más poderoso del Perú colonial y habría de consagrarse como insigne figura de la coquetería limeña, a tal punto que cuando un comendador arzobispal, le habló al Papa de “una limeña que había dado muestras de santidad”, refiriéndose a Rosa Isabel de La Oliva, el Santo Padre, comentó: ¿Santa? ¿Y limeña?… ¡Bien valdría una lluvia de rosas”… Y relata el milagro, que en el acto, una lluvia de rosas  descendió sobre el Pontífice, en sacra confirmación de nuestra Santa Rosa.

Pero “Miquita” es otra cosa. Y para no referirme a las violentas discusiones con su poderoso amante, en el curso de las cuales, él con su masticada lengua de viejo soldado, la llamaba, según afirmaba Don Ricardo, “Perra Chola”, de lo cual devino el apelativo “Perricholi”, que las chismosería limeña habría de encargarse de inmortalizar, habría otras “perlas” para el collarcillo.

Y como el tiránico espacio me va ganando, voy a soltarla así nomás pidiendo disculpas por la histórica, urracal  infidencia.

LOS CUERNOS DEL VIRREY

Dejando los chismes a “Magaly”, voy a sintetizar, el hallazgo de mi hechicera hijita y lo que resalta talentoso el escritor Cueto, omitiendo lo que allá por 1,776 se decía del Virrey Amat, quien antes de partir a España, culminada su gestión colonial, debió afrontar “El Juicio de Residencia” que según sus enemigos debía explicar sus voluminosos ingresos (oficiales, además de muertos y heridos), que según las viejas envidiosas “se gastaba en la mujerzuela esa… que hasta piel curtida tenía”.

Bueno, cita mi admirado Don Alonso, el siguiente diálogo, atribuido a “Miquita” y su hermana Josefa, a quien debía respeto, pues cuando la sacaba de quicio, llegaba a “tironearla de las mechas”, como se decía por entonces.

Josefa: ¿Y bien? ¿Se lo dijiste ya?

Micaela: No pude.

Josefa: ¿Pero…?

Miquita: Me dijo que se va. Cree que será este año. Tenía que pasar y sin embargo, no lo puedo creer…

Josefa: Bueno. Pero tú no te irás de aquí y… se lo tienes que decir…

Miquita. Descuida. Se lo voy a decir y sé que será el fin. La despedida, será aun peor…

Pero de qué se trataba. Micaela, tenía entonces 28 años y desde hacía uno, mantenía un romance secreto con un joven actor llamado Martín de Armendariz. Y lo que es más grave, estaba embarazada de él, en tanto su hermana Josefa pretendía, “atribuir el embeleco” al viejo Virrey que ni se lo imaginaba.

En conclusión Don Manuel, se embarcó rumbo a España, donde sufriría prisión, Miquita lo despidió entre besos y sollozos y aún le hizo “adiós” con un pañuelo empapado en llanto. El viejo amante partió sin saber nada del hijo que por poco le atribuyen.

A su tiempo, nació Manuelito. Luego, creció entre burlas y querellas y ya en su mocedad, y por consejo de su influyente tía Josefa, ya en los estribos de la ancianidad, viajó a España, a fin de litigar una supuesta herencia y los títulos nobiliarios de su presunto padre el ex Virrey Amat.

Sin embargo, las doctas Cortes Reales, que nunca se chuparon el dedo, sentenciaron que no habiendo “matrimonio consagrado”, Manuelito, no era “más que un bastardo sin padre conocido”.

Y así volvió el joven avergonzado, en tanto su ambiciosa tía, entregaba el alma a Dios, y su arrepentida madre se hacía beata.

Muriendo “en gracia de Dios”… sin revelar el secreto que hoy os entregamos, con perdón de la graciosa Micaela… Mal llamada “La Perricholi”. Consulten su horóscopo con más frecuencia. Yo sé por qué se los aconsejo.

 

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