No hay modo de desligarse de un comentario que no aluda el descenso de Alianza Lima a la Liga 2 y la suerte del equipo en el futuro cargado de buenos deseos del retorno pronto para ocupar el lugar del que nunca debió salir.
Se fue Alianza Lima a segunda división por una serie de razones observadas desde comienzo de año cuando el desgobierno se metía por todos los agujeros que provocó que en Matute se instalara la ley de lo absurdo.
Una mano blanda para frenar el comportamiento indebido de algunos jugadores con marcadas indisciplinas como la de Jean Deza que se zurró en las reglas para hacer todo lo que un futbolista profesional no debe hacer.
No solamente fue Deza, en ese desfile con muchos adictos a la dulce vida aparecieron Carlos Ascues y otros más que se apartaron del compromiso de hacer de Alianza Lima el equipo que miraba el título como objetivo.
La contratación de Mario Salas como conductor de un equipo que ataranta al que no es de su gusto, el ‘Comandante’ jamás pudo enderezar la conducta de algunos integrantes. No encontró obediencia, jamás pidió sacrificio y nunca plasmó una idea de juego que pudiera dar alguna pista del buen accionar del equipo de la mano del técnico chileno.
El crédito se le acabó a Salas y se llegó al punto de quiebre donde se trata de curar el mal con el remedio cercano. Sacar al entrenador y esperar que todo se solucione.
Con Salas fue una merienda de una comelona disfrazada para en primer lugar sacar a Pablo Bengoechea. El uruguayo era un estorbo y se maquinó su salida. Con el todos los uruguayos, Felipe Rodríguez. Balboa y el ‘Canario’ Aguiar, desfilaron a la calle.
Detrás de todo estaba el Fondo Blanquiazul que digitó todo desde el palco azul para poniendo jugadores y haciendo contratos que disgustaba a los entrenadores de turno.
Salas trajo a su paisano Patricio Rubio que si bien el ex jugador del Everton puso entrega profesional no calzó con los requerimientos de un ‘9’ que durmiera con el gol.
El desastre lo completó Daniel Ahmed, un entrenador riguroso para seguir la misma receta de Salas: No jugar a nada, un patrón de juego inexistente y una falta de entrega.
El pueblo aliancista en su imaginario no concibió que el descenso le daría una feroz cachetada a sus mejores anhelos de saciar una buena temporada a cambio de una lúgubre instalación en la Liga 2.
En los próximos días seguramente habrá mea culpas de los que cometieron los peores desaciertos. Es posible que no se escuche arrepentimientos y entonces habrá una férrea posición para el pronto retorno.
Alianza Lima es del pueblo y no es justo que los pocos descocados licuen lo peor de los condimentos para que el hincha sufra las consecuencias de zafarse de una nueva desgracia. Como si ya no tuviéramos en demasía con la pandemia encima.