Juegos Olímpicos: Anecdotario de la historia olímpica (7)

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Veintiocho ediciones de los Juegos Olímpicos y 125 años de historia dan para muchas anécdotas. Algunas resultan tan insólitas que parecen mentira; pero todas ocurrieron de verdad.

Cuando el COI concedió a Seúl los Juegos Olímpicos de 1988, Corea del Norte presionó para que la organización fuera compartida por los dos países. El COI y el Comité Organizador acabaron por aceptar que Corea del Norte albergara la competición de voleibol, uno de los grupos del torneo de fútbol, la carrera ciclista de los 100 kilómetros y el tenis de mesa.

Pero los norcoreanos no consintieron en que, a cambio, la frontera entre las dos Coreas estuviera abierta para que cruzaran los miembros de la “familia olímpica”.

Corea del Norte se echó atrás y pasó de país coorganizador a boicoteador de los Juegos, una postura que secundaron Cuba, Albania, Nicaragua y las Islas Seychelles.

El esgrimista húngaro Aladár Gerevich tiene el récord de haberse proclamado campeón olímpico de la misma prueba seis veces consecutivas, con 28 años de diferencia entre la primera y la última. Fue oro en sable por equipos entre 1932 y 1960.

Son seis veces porque en 1940 y 1944 se cancelaron los Juegos debido a la II Guerra Mundial. Ganó cuatro medallas más en otras especialidades. En sus últimos Juegos, Roma’60, tenía 50 años.

En los Juegos de Estocolmo 1912 participó un deportista entonces desconocido a quien luego inmortalizaron la guerra y el cine: George Patton, quinto en pentatlón moderno, condujo como general en jefe a las divisiones acorazadas de los Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial.

En sus 36 años de carrera, fue de los primeros en abogar por los carros blindados, mandando importantes unidades de ellos en el norte de África, en la invasión de Sicilia y en el escenario europeo.

El cuarto movimiento de la Novena sinfonía del compositor alemán Ludwig van Beethoven fue el himno germano en los Juegos de 1956, 1960 y 1964, en los que Alemania compitió con un equipo unificado pese a la división posbélica, y se mantuvo como eslabón entre el este y el oeste en la edición de México 1968, en la que las dos Alemanias ya compitieron por separado.