Vivir una vida en el espejo de otro es tristemente algo muy común entre los seres humanos. Queremos ser como nuestros padres, imitamos al “bacancito de barrio”, tenemos que llenar los zapatos del antecesor en nuestro puesto de trabajo. Rara vez apostamos por la originalidad, por ser nosotros mismos, por mostrar aquello que tenemos y no compararlo con lo que otros tienen o gozan.
Pero, en ese afán por experimentar lo que nuestros “ídolos” viven se llega (en ocasiones) a extremos obsesivos, deformantes, enfermizos y hasta mortales. Esta semana se informó de la muerte, aparentemente por sobredosis de drogas, de un norteamericano que llegó a gastar hasta cien mil dólares en cirugías por convertirse en una “copia” de Justin Bieber.
Vamos, seguro que más de uno que está leyendo esta columna se preguntará ¿Quién quiere parecerse al malcriado y faltoso de Justin Bieber?. Seguramente, varios lo niegan, pero en sus adentros quisieran tener la fama y fortuna de este edulcorado muchacho, para los estándares de muchos adolescentes tiene un peso importante las bellísimas chicas que se mueren por aparecer en la foto con la voz de Baby.
Aunque ese no era el caso de Tobias Strebel. Primero no era ningún mocoso, tenía 35 años de edad, segundo su obsesión era una mezcla de enamoramiento con Justin Bieber, a quien consideraba el “paquete completo”. Sin embargo, a fin de cuentas, parecerse bastante al controvertido cantante pop sólo le alcanzó para pasearse por shows televisivos, donde era mostrado cual fenómeno.
Esa pequeña fama no lo acompañó en la triste habitación de hotel donde pasó los últimos momentos de su vida. Al parecer haber cumplido su cometido de ser un “clon” de Justin Bieber no le dio lo que tanto ansiaba, pues dicen que su enamorado lo dejó y ello lo llevó a la muerte. ¿Dónde estaría la familia de Tobias Strebel?. ¿Tenía algún verdadero amigo?
Este caso me hizo recordar otro también reciente, el deceso del brasilero Celso Santebañes. En esta ocasión sí se trataba de un adolescente que pasó innumerables veces por el bisturí e inyecciones de hidrogel, todo por su deseo incontrolable de asemejarse a un juguete, al muñeco Ken, el enamorado de plástico de la Barbie.
Una de estas inyecciones de hidrogel le dejó algo más, una infección que le causó un cáncer y le terminó arrancando la vida. Esto sucedió en el mes de junio de este 2015. El Ken Humano tenía 20 años, y al igual que Tobias Stebler se paseó por sets de televisión. Su familia lamentó su trágico final, pero parece que nunca nadie fue capaz de frenarle esos instintos obsesivos.
Soy consciente que estos dos ejemplos son extremos, pero de todo hay que aprender, no vivamos la vida de los demás, construyamos la nuestra.