Barcelona no puede padecer de “messidependencia”

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Si uno googlea la palabra “messidependencia” te remiten a más de 45 mil resultados, es prácticamente un término acuñado y estudiado por la prensa deportiva. Seguramente ya hay conferencias y simposios al respecto. Y, uno, humildemente tiene que reconocer que Lionel Messi, siendo el mejor futbolista del mundo, crea dependencia en los equipos que disfrutan de sus virtudes futbolísticas: la selección de Argentina y el Barcelona de España.

A nivel del seleccionado argentino ya suena escandaloso observar el nivel de “messidependencia” que tienen desde Gerardo Martino hasta los compañeros de Lionel Messi. Ya se acepta dentro del ADN “gaucho” que sin Messi las cosas no van a salir bien, a pesar que después de la Copa América Chile 2015 se le dio con palo a la “Pulga”. Inclusive, teniendo en cuenta que para muchos opinólogos argentinos el crack del Barcelona es hasta nocivo para los intereses de Argentina. Pues, no se le ve actuaciones descollantes que se traduzcan en Copas del Mundo, o siquiera en nuestra justa continental.

Lo cierto es que Argentina tiene futbolistas de primer nivel, Carlos Tévez (junto al chileno Arturo Vidal) desarmó a la Juventus que monopolizaba campeonatos en Italia. Gonzalo Higuaín es un delantero que más de un país envidia, Sergio Agüero es determinante en el Manchester City, para muchos Javier Pastore es la verdadera razón del éxito del PSG. En fin, nombres hay, ¿Por qué no funcionan sin Lionel Messi? Resulta inexplicable, un caso para el diván de un buen siquiatra, una muestra más que Martino sigue con la brújula malograda desde su paso por el Barcelona, donde también vivió la “messidependencia”.

Es, justamente, del club catalán donde la lógica ya se extravía de manera clamorosa al hablar de una dependencia total, subyugada, a su máxima figura: Lionel Messi. El Barcelona es un equipo estelar, tiene en sus filas a los mejorcito de América Latina: al brasilero Neymar (otro que es, sin ninguna culpa del delantero, como una droga para el scratch), a Luis Suárez (el mejor futbolista de Uruguay, que sin embargo, en su ausencia, ha sabido ganar sus dos primeros partidos de eliminatorias a Rusia 2018), Javier Mascherano (el todoterreno argentino), Dani Alves (para este columnista sigue siendo uno de los mejores laterales del mundo) y Claudio Bravo (el arquero chileno que supera al otro guardavalla alemán Marc-André ter Stegen).

Ya sumando a los astros de Europa: Iván Rakitic, Andrés Iniesta, Sergio Busquets y Gerard Piqué, son todo un lujo. Ese Barcelona no puede hablar de “messidependencia”, es una falta de respeto a los jugadores mismos, a pesar que más de uno de ellos alimenta “inconscientemente” ese vicio de dejarlo todo en los pies del crack rosarino. El fútbol es un juego colectivo, un gol cosechado por una soberbia individualidad puede ser una “obra de arte”, pero en conceptos técnicos es menos importante que la conclusión de una jugada bien armada, de aquellas que conocemos como de “pizarrón”.

Afortunadamente, Luis Enrique en sus últimos dos partidos, contra el Rayo Vallecano (por la Liga Española) y frente al Bate de Austria (por la Champions League) demostró que tiene grandes jugadores además de Lionel Messi. El argentino ya volverá, pero mientras tanto el Barcelona tiene que seguir adelante, igual que lo debería hacer el seleccionado argentino.

 

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