Más allá del turismo: Un marco político para la diversificación económica y la creación de empleo en el Caribe

 

El Caribe se enfrenta a retos persistentes en materia de empleo y economía, debido a su excesiva dependencia del turismo y a los desafíos demográficos. Abdelmalik Muhummed, Especialista en Empleo y Mercado Laboral de la OIT, explora cómo las políticas nacionales de empleo pueden apoyar la diversificación, mejorar la calidad del empleo y crear economías más inclusivas y resilientes en toda la región.

 

El Caribe es un fascinante archipiélago de más de 7.000 islas, islotes, arrecifes de coral y cayos. Conocido por su cálido clima tropical, su vibrante tapiz cultural y su espectacular belleza natural, abarca 16 Estados soberanos y 20 territorios dependientes. La Comunidad del Caribe (CARICOM) es el principal organismo de integración económica y política entre los países caribeños de habla inglesa, francesa y neerlandesa, mientras que la Organización de Estados del Caribe Oriental (OECO) fomenta una mayor cooperación entre sus participantes del Caribe Oriental.

Sin embargo, bajo esta belleza subyacen persistentes retos económicos y laborales. Este artículo se centra en dos de ellos: la excesiva dependencia del turismo, donde uno de cada tres empleos está mal pagado y es estacional, y la escasez de mano de obra, agravada por el desempleo juvenil y la informalidad. En abril de 2025, los ministros de Trabajo de la CARICOM se reunieron en Georgetown (Guyana) para celebrar la 34ª Reunión Extraordinaria del Consejo para el Desarrollo Humano y Social (COHSOD), dando prioridad a estas preocupaciones y debatiendo soluciones adaptadas al contexto único de la región.

Romper la trampa de la dependencia del turismo

En 1950, el señor Arthur Lewis, ganador del Premio Nobel de Economía del Caribe, advertía en su artículo de investigación  «Industrialisation by Invitation» (Industrialización por invitación) contra la excesiva dependencia de la región de la agricultura, argumentando que la transición de la mano de obra agrícola con bajos salarios a la manufactura de mayor valor era la forma más eficaz de diversificar la economía, crear empleo, aumentar la productividad y sostener el crecimiento (Lewis, 1950).Aunque la estructura económica del Caribe ha evolucionado desde entonces, el riesgo de la dependencia de un solo sector sigue siendo muy pertinente.

En la actualidad, el turismo representa aproximadamente el 33% del PIB caribeño, emplea directamente al 18% de la fuerza de trabajo y sostiene indirectamente a otro 43,1% (Figura 1). Con un millón [1] de los 2,3 millones [2] de trabajadores de la región que dependen del turismo para su medio de vida, el Caribe se encuentra en una «trampa de dependencia del turismo».

Aunque el turismo es un importante empleador, la mayoría de los empleos del sector siguen siendo precarios, mal pagados, informales y muy segregados por sexos. Sin una intervención oportuna, el sector seguirá sin proporcionar empleos sostenibles y decentes. Mejorar las condiciones de trabajo en el propio sector es necesario pero insuficiente: la inversión estratégica en la agroindustria, las energías renovables, la economía digital y la industria manufacturera es esencial para diversificar la economía y crear más y mejores oportunidades de empleo. Por lo tanto, los responsables políticos deben seguir una estrategia dual, fortaleciendo las normas del trabajo en el turismo y acelerando al mismo tiempo el crecimiento en sectores de alto potencial. Este enfoque integrado puede transformar la vulnerabilidad en una diversificación económica resiliente y generadora de empleo.

Aprovechar la mano de obra subutilizada: políticas para jóvenes, trabajadores informales y migrantes

El Caribe se enfrenta actualmente a una oferta de mano de obra cada vez menor, impulsada por la ralentización del crecimiento demográfico, la baja participación, el desempleo juvenil y la emigración de trabajadores cualificados. El crecimiento anual de la población ha caído del 0,61% en 2000 al 0,37% en 2023 [3]. Si las tendencias actuales persisten, veintiún países y territorios del Caribe se unirán a la cohorte mundial de 81 países con poblaciones en declive en 2050.

Sin embargo, el Caribe apenas ha aprovechado su potencial de fuerza de trabajo. La participación en la fuerza de trabajo languidece en apenas el 64,1%, mientras que el desempleo se sitúa en el 11,5% [4]. Casi un tercio de la cohorte de 15 a 24 años no recibe educación, empleo ni formación [5] (NEET). Además, todos los Estados miembros de la CARICOM son países de emigración neta, lo que agota las reservas de mano de obra cualificada y amplía los desajustes de cualificación, y la informalidad supera el 50% en toda la región. En conjunto, estos datos revelan la existencia de una importante reserva de fuerza de trabajo que puede ser movilizada.

Por consiguiente, la prioridad urgente es adoptar un paquete de políticas destinadas a aumentar la participación de la fuerza de trabajo, especialmente entre los jóvenes, las mujeres y los trabajadores rurales, a través de medidas como modalidades de trabajo flexibles, guarderías subsidiadas, desarrollo de competencias y programas de divulgación rural. Igualmente, importantes son las iniciativas para activar a los jóvenes desvinculados y gestionar eficazmente la migración laboral.

Una PNE, un bosque, muchos árboles

Para hacer frente tanto a la trampa del turismo como a la fuerza de trabajo desaprovechada, se necesita un marco político unificado. La pregunta apremiante sigue siendo: ¿qué opciones políticas deben seguir los mandantes para abordar estos retos? En mi opinión, los responsables políticos caribeños deben actuar a dos niveles simultáneamente. A escala regional, deben desarrollar marcos colectivos y posiciones políticas comunes para abordar los retos transfronterizos, como la migración laboral, el nexo entre el clima y el mercado laboral y la gobernanza macroeconómica armonizada para la creación de empleo.

A nivel nacional, las Políticas Nacionales de Empleo (PNE) integrales pueden desempeñar un papel fundamental en la reducción de la dependencia excesiva del turismo mediante la integración de prioridades sectoriales específicas (por ejemplo, energía renovable, sectores verde y digital) en un marco unificado e intersectorial. Además, los PNE se encuentran en una posición única para aliviar las limitaciones de la oferta de mano de obra mediante la promoción de programas de activación dirigidos a los jóvenes, las mujeres, las personas mayores y los trabajadores rurales, como los servicios de empleo y los programas de recualificación y perfeccionamiento de competencias.

Del mismo modo que un bosque alberga diversos árboles, un PNE global sirve de paraguas que coordina diferentes intervenciones en materia de empleo. Los mandantes caribeños pueden aprovechar esta PNE para acelerar la diversificación sectorial, ampliar el empleo formal y aumentar la participación de la fuerza de trabajo.

 

*  Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente la política o posición oficial de la OIT.

Cortesía: ilo.org

 

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