De seguro aún hay optimistas que dirán que el tremendo bochorno vivido en las postrimerías del partido entre la Universidad Técnica de Cajamarca (UTC) y la Universidad San Martín de Porres es un caso aislado dentro del fútbol peruano. Nada más lejos de la verdad, no se puede tapar el sol con un dedo. Esa bronca donde intervinieron futbolistas, comandos técnicos e hinchas es una síntesis de nuestro campeonato de Primera División. Una vergüenza en organización que se constata desde todos los ángulos posibles, y lo que es peor se trata de una realidad que no se piensa modificar a corto plazo, pues así de deprimente aún le genera “ganancias” a más de un advenedizo.
Lo sucedido en Cajamarca es una muestra de la tremenda involución del arbitraje peruano. Este señor de nombre Joel Alarcón daba pena hasta para amonestar. Al jugador “santo” José Cánova le sacó “tarjeta blanca”, por favor que el referí explique su propio reglamento para la siguiente vez que lo sufran como juez. Pero, ese error sería meramente anecdótico sino hubiera tenido influencia clara en la pelea campal. Primero validó un gol polémico, a mi parecer es el defensor de la Universidad San Martín quien empuja a su arquero Ricardo Farro, claro desestabilizado por Víctor Rossel. Sea como fuere, el que imparte justicia debe guardar la serenidad, pero más bien se convirtió en un “manojo de nervios”.
Los de la San Martín empezaron a hacerle un progresivo bullying a Rossel hasta que el árbitro lo expulsó. Así se sacó ese “problema” de la cancha. Un incapaz a carta cabal. Y a finales de un torneo donde la disputa por no descender a Segunda División es, hoy por hoy, bastante más discutida que campeonar, estos fallos arbitrales levantan todo tipo de sospechas. Me recuerda a la actuación del referí Ramón Blanco, que expulsó a medio equipo de Alianza Lima en un partido del Apertura contra Real Garcilaso. Algunos coleguitas querían levantarle un altar al “tremendo juez”, era lo mejor del referato, ahora ni se le ve, ni se le destaca. Cumplió su cometido.
El campeonato del 2015 es tan malo, que Sporting Cristal siendo el equipo que avanza inexorablemente a levantar la copa por segunda vez consecutiva no parece tener ánimo de fiesta. Es más, desde los pasillos de La Florida se oyen rumores de varios cambios en el plantel, algo inexplicable en un cuadro que va derechito al bicampeonato. Parece evidente que la misma directiva bajopontina es consciente del bajón de nivel de los “celestes”, que si bien destacan es porque a los demás les va peor. Es el tuerto en un mundo de ciegos. Y esa premisa se verá reflejada en la Copa Libertadores del 2016, donde el estatus del fútbol peruano es no avanzar de grupo.
El año pasado, al final del campeonato hablaba de tareas pendientes, muchas voces coincidían en un diagnóstico de lo peor del fútbol nacional. La inocua Copa del Inca, la obligación de jugar playoffs, sin importar como termine el torneo. Sporting Cristal de lograr el primer puesto del Clausura debería ser campeón del año, pues también fue primero del Apertura. Pero, el ansia por ganar dinero puede más. Los partidos seguidos uno de otros son para no facturar jugadores en diciembre, no seamos ilusos y creamos el “cuento” que quieren darles nivel europeo, todo es para las billeteras de varios innombrables.