Antes que actriz, antes que ganadora del Oscar, antes que ícono del cine de horror o madre intercambiando cuerpos en una comedia familiar, Jamie Lee Curtis es, ante todo, una mujer que ha elegido vivir con verdad. Aunque nació bajo los reflectores del linaje hollywoodense —hija de Tony Curtis y Janet Leigh—, ha pasado su vida desmantelando los mitos que rodean la fama, desafiando las expectativas del medio y abrazando sus sombras con honestidad brutal.
Sobriedad, su mayor logro
En un mundo que suele medir el éxito por premios y aplausos, Curtis ha dejado claro que su triunfo más importante no fue en una alfombra roja, sino en su batalla contra la adicción. Durante una década, vivió atrapada en el abuso de opiáceos y alcohol, todo mientras mantenía intacto su estatus en Hollywood. “Lo único que perdí fue mi autoestima y mi identidad”, confesó en una entrevista, describiéndose como “el fondo más alto del Everest”.
Para Curtis, la sobriedad no solo le salvó la vida: redefinió su propósito. “Sin ella, no tendría nada”, asegura, convirtiéndose así en una de las pocas figuras públicas que habla sin tapujos de su proceso de recuperación y su lucha interna.
Belleza sin bisturí: un acto de rebelión
En una industria obsesionada con la juventud eterna, Jamie Lee Curtis ha elegido envejecer a la vista de todos, sin cirugías ni filtros. “No me interesa”, ha dicho sobre los procedimientos estéticos, una postura que, lejos de ser pasiva, la convierte en un símbolo contracultural dentro del propio corazón de Hollywood.
A sus 60 años, Curtis se muestra más cómoda que nunca en su piel, en sus elecciones y en sus silencios. “Mi cara muestra mi historia”, ha insinuado en múltiples entrevistas. Y su historia, sin duda, es una que vale la pena ver sin retoques.
Un regreso que une pasado y presente
Después de su ovacionado papel en Everything Everywhere All at Once, que le valió el Oscar a Mejor Actriz de Reparto, Curtis vuelve a un terreno más familiar —y emocional—: la secuela de Freaky Friday. Al lado de Lindsay Lohan y un elenco original que regresa con ella, revive a Tess Coleman, ahora en una nueva etapa, como madre y abuela. La premisa: una nueva generación de mujeres en transición, literal y emocionalmente.
“Esperamos a que Lindsay pudiera tener una hija adolescente. Y ahora que la tiene, aquí estamos”, explicó Curtis sobre el tiempo que tomó concretar la secuela.
Más allá de Hollywood
Jamie Lee Curtis ya no necesita demostrarle nada a la industria que alguna vez dudó de su talento más allá de su apellido. Su legado no está en ser “hija de”, ni en ser una “scream queen”. Está en su capacidad para hablar del dolor, del cuerpo, de la edad y del amor propio sin disfraces. Su historia no es la de una estrella: es la de una mujer que aprendió a brillar sin perderse en el camino.
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