Imagina un mundo sin redes sociales, sin televisión y sin imprenta. En la antigua Roma, la necesidad de estar informado ya era una prioridad vital. Mucho antes de Gutenberg, el Imperio Romano diseñó el primer sistema de comunicación de masas oficial de la historia: el Acta Diurna, un invento que sentó las bases de lo que hoy conocemos como periodismo.
Instituida formalmente bajo el mandato de Julio César en el año 59 a.C., el Acta Diurna (o «hechos del día») nació con un propósito revolucionario para su época: hacer públicos los debates y decisiones del Senado. Lo que comenzó como una herramienta de transparencia política, rápidamente evolucionó para convertirse en el pulso diario de la ciudad más importante del mundo antiguo.
Estas «publicaciones» no eran de papel, sino que se tallaban o pintaban en grandes tablas de piedra blanca o metal llamadas álbum. Estas se exponían diariamente en el Foro Romano, el corazón neurálgico de la ciudad, donde los ciudadanos se aglomeraban para leerlas, discutirlas y enterarse de cómo el gobierno afectaba sus vidas cotidianas.
Sin embargo, el contenido no se limitaba a la política aburrida. Con el tiempo, el Acta Diurna comenzó a incluir una variedad de noticias que hoy llamaríamos «de interés humano» o crónica social. Se informaba sobre nacimientos y defunciones de figuras notables, resultados de juicios legales, construcciones de nuevos edificios y hasta cotilleos o sucesos extraordinarios ocurridos en el Imperio.
🏛️ De la piedra al papiro: La primera red de corresponsales
Lo más fascinante para un estudiante de comunicación es la aparición de la figura del diurnarii. Estos eran escribas profesionales que copiaban las noticias del Acta Diurna en papiros para enviarlas a gobernadores, generales y comerciantes ricos que se encontraban en las provincias lejanas. Eran, en esencia, los primeros reporteros y distribuidores de noticias de la historia.
Gracias a esta red, un ciudadano romano en Hispania o en Siria podía enterarse de lo que sucedía en la capital, aunque fuera con semanas de retraso. Este flujo de información ayudó a cohesionar un imperio vasto y diverso, creando una sensación de pertenencia y cultura compartida a través de la información común que todos consumían.

📜 Propaganda y poder: El control de la narrativa imperial
No obstante, como futuros periodistas, deben saber que el Acta Diurna también nos enseña la primera lección sobre la relación entre prensa y poder. Los emperadores comprendieron rápidamente que quien controla la información, controla al pueblo. El contenido era cuidadosamente filtrado; las victorias militares se exageraban y las derrotas o los escándalos internos a menudo se omitían.
El Acta Diurna funcionó ininterrumpidamente durante siglos, adaptándose a los cambios del Imperio hasta que la capital se trasladó a Constantinopla. Su legado es tal que la palabra «periodismo» (del francés journal y este del latín diurnalis) proviene directamente de este sistema romano de noticias «diarias».
El Acta Diurna constituye el primer caso documentado de la institucionalización de la información pública como herramienta de Estado. Más allá de su función informativa, su existencia demuestra que Roma comprendió la comunicación no solo como un acto administrativo, sino como un mecanismo de cohesión social y control ideológico. Para la historiografía y las ciencias de la comunicación, este fenómeno marca el tránsito de la esfera pública oral (el ágora griega) a una esfera pública mediada por el texto, estableciendo el precedente de que el acceso a la información actualizada es un derecho ciudadano y, simultáneamente, un recurso estratégico de poder.
Universidad Bausate y Meza: estudiantes de periodismo visitaron el diario El Comercio
