Así como tenemos una mano preferida para escribir o un pie para patear un balón, la mayoría de las personas también poseen un ojo dominante. Este no es necesariamente el ojo con mejor agudeza visual, sino el que tu cerebro prioriza para procesar información espacial y de ubicación.
Funciona como el líder de un equipo: mientras ambos ojos trabajan en conjunto para crear una imagen tridimensional, el ojo dominante es el que toma la iniciativa en tareas que requieren puntería y precisión, guiando la percepción de la profundidad y la distancia. Este concepto, conocido en oftalmología como dominancia sensorial, ha sido ampliamente estudiado. Por ejemplo, la Academia Americana de Oftalmología ha documentado que el ojo dominante es aquel que proporciona al cerebro la información visual más precisa y confiable para la mayoría de las tareas.
Identificar tu ojo dominante es un proceso sencillo y revelador. Un método común, utilizado por profesionales de la visión, consiste en formar un pequeño triángulo con las manos, apuntando a un objeto lejano con ambos ojos abiertos. Al acercar las manos a la cara sin perder de vista el objetivo, tus manos se moverán de forma natural hacia el ojo que tu cerebro favorece.
Este simple test, junto a otros ejercicios como cerrar un ojo alternadamente, ayuda a confirmar cuál de tus ojos es el que lidera tu sistema visual. Investigaciones en el campo de la optometría, como las publicadas en la revista Journal of Optometry, han validado estos métodos como herramientas efectivas para determinar la dominancia ocular.
La dominancia ocular no es una mera curiosidad; juega un papel crucial en una variedad de actividades cotidianas y especializadas. Por ejemplo, es fundamental en deportes que dependen de la puntería, como el tiro con arco, el béisbol o el golf. Los atletas y entrenadores a menudo utilizan este conocimiento para ajustar la técnica y mejorar el rendimiento.
Un estudio de 2018 publicado en el Journal of Sport and Health Science demostró que los atletas con una alineación adecuada entre la dominancia de la mano y el ojo (es decir, dominancia ipsilateral) tenían una ventaja en la precisión de tiro. De igual forma, fotógrafos, cazadores y usuarios de telescopios o microscopios se benefician enormemente al saber qué ojo les proporciona una visión más clara y centrada.
Curiosamente, el ojo dominante no siempre coincide con la mano dominante. Es posible ser diestro de mano y tener un ojo dominante izquierdo, o viceversa. Esta condición, conocida como dominancia cruzada, es completamente normal y, en la mayoría de los casos, no representa un impedimento visual.
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Sin embargo, en ciertas tareas de alta precisión, como apuntar un arma o alinear una mira, la dominancia cruzada puede requerir un ajuste de la posición o de la técnica para compensar. La investigación ha mostrado que el 70% de la población tiene una dominancia del ojo derecho, mientras que el 30% restante tiene una dominancia del ojo izquierdo o no tiene una dominancia clara, según la American Optometric Association.
A pesar de su importancia en algunas actividades, la dominancia ocular pasa desapercibida para la mayoría de las personas en su vida diaria. Los dos ojos trabajan en una sinfonía tan perfecta que rara vez nos detenemos a pensar en la función individual de cada uno. Este fenómeno es un ejemplo fascinante de cómo nuestro cerebro optimiza la información sensorial, priorizando un flujo de datos para crear una percepción del mundo coherente y estable.
El ojo dominante es una característica fundamental de nuestra visión, un factor clave en la coordinación ojo-mano que merece ser reconocido. Identificarlo puede no solo ser divertido, sino también una herramienta útil para potenciar tu rendimiento en actividades que requieren una agudeza visual y espacial excepcional. La próxima vez que te concentres en un objetivo, recuerda que un ojo está tomando la delantera.
