El número 666, popularizado como «el número de la bestia» y asociado al Anticristo o al Diablo, es uno de los elementos más reconocidos y malinterpretados del Nuevo Testamento. La pregunta sobre si es un mito o una verdad exige un análisis que trascienda la creencia popular para adentrarse en la crítica bíblica y la exégesis histórica. Académicamente, el 666 es una verdad criptográfica y simbólica anclada en el contexto de su época, aunque la interpretación literal y satánica que prevalece hoy en día constituye el mito.
La fuente de la controversia es el libro de Apocalipsis (13:18), que insta a tener «sabiduría» para calcular la cifra, pues es «número de hombre». Este desafío deliberado a la inteligencia del lector es la clave. La audiencia original del Apocalipsis, cristianos perseguidos en Asia Menor a finales del siglo I d.C., entendía que la persecución no era solo una prueba, sino una manifestación del mal encarnado en el poder político, y necesitaban identificar a ese poder sin ser subversivos a la vista del Imperio.
La gematría y el cifrado de Nerón
La interpretación predominante y mejor sustentada históricamente sostiene que el 666 es un código que utiliza la gematría (la asignación de valores numéricos a las letras) para cifrar un nombre. Al transliterar la frase «Nerón César» (Nero Kesar, la forma griega de referirse al emperador romano) al hebreo (נרון קסר, Nron Qsr), la suma de los valores de sus letras resulta ser exactamente 666. Nerón fue el primer gran perseguidor de los cristianos, y para los lectores originales, la «Bestia que sube del mar» (Ap 13:1) era el Imperio Romano, y su número de hombre identificaba al arquetipo del opresor, Nerón.
Este argumento se refuerza por la existencia de manuscritos antiguos, como el Papiro 115, donde la cifra aparece como 616. Esta variante se explica como otra forma de gematría al usar la ortografía latina del nombre (Nero Caesar), demostrando que la intención no era un número místico, sino el nombre cifrado del emperador.
Poderoso simbolismo
En un plano teológico más profundo, el número posee un poderoso simbolismo de imperfección. El número siete (7) en la Biblia representa la plenitud y la perfección divina. El número seis (6), que se queda corto, es el número del hombre, creado en el sexto día y fundamentalmente defectuoso. El triple seis (666) enfatiza esta insuficiencia a su máxima expresión. Representa a la humanidad y al poder terrenal que busca la gloria y la divinidad de manera absoluta, pero que, desde la perspectiva de Dios, es completamente imperfecto y fallido.
Materialismo eliminativo: teoría que desafía nuestra noción de creencias y conciencia
Por lo tanto, la «verdad» del 666 reside en ser una cifra política y un símbolo teológico. Es una crítica velada al poder imperial de Roma, un mensaje de esperanza para los perseguidos y una advertencia sobre la adoración idolátrica al Estado o a la riqueza.
El mito surge cuando se descontextualiza. La cultura popular y las interpretaciones modernas han despojado al 666 de su significado histórico-crítico, convirtiéndolo en una marca física literal, la placa de un demonio o una fecha específica, perdiendo el foco en su función original: la identificación del opresor histórico y el recordatorio de que todo poder humano es finito e imperfecto.
