La mente: desafío entre filosofía y neurociencia

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El escritor, teólogo, egiptólogo, filósofo, químico y académico español, considerado en su momento niño prodigio, Carlos Blanco Pérez, en una disertación titulada «El problema mente-cerebro y la idea de hombre», aborda la complejidad de este tema que considera el problema filosófico más relevante en la actualidad.

Destaca que comprender la mente es crucial porque casi todos los problemas filosóficos (teoría del conocimiento, antropología, ética) se relacionan con la naturaleza humana y la dicotomía entre lo material y lo inmaterial. Argumenta que esta cuestión surge desde que el ser humano desarrolló la autoconciencia y el lenguaje articulado, habilidades que lo distinguen de otras especies.

El doctor Carlos Blanco, cuyo cociente intelectual llega a 160, resalta cómo la mente, «cima de complejidad evolutiva», se inserta en las fuerzas naturales. Subraya que, aunque los animales muestran indicios de un mundo interior y emocional, carecen de la capacidad de lenguaje y pensamiento reflexivo del ser humano.

Mente, cerebro y la trampa de la falacia genética

El especialista, estudioso de la mente humana, explica que la ciencia ha revelado que el cerebro es la sede de las funciones psíquicas, a diferencia de antiguas creencias que ubicaban el centro en el corazón. Sin embargo, el problema mente-cerebro persiste: cómo una masa gelatinosa de neuronas produce subjetividad, ideas y sentimientos. Pese a los avances en neurociencia, la interacción entre lo material (cerebro) y lo inmaterial (mente) sigue siendo un enigma.

El doctor Carlos Blanco critica el dualismo cartesiano, argumentando que la separación estricta entre mente y cuerpo (res cogitans y res extensa) conduce a paradojas. Si la mente es inmaterial, ¿Cómo interactúa con lo material y cómo genera energía? Considera que la mente es la «expresión máxima conocida de complejidad» de la naturaleza, y sus leyes se deben explicar bajo los cánones científicos.

Revela una falacia genética al indicar que explicar el origen de algo no valida ni invalida su verdad o valor actual. Así, entender cómo evolucionó la mente no resuelve el misterio de cómo funciona ni el valor de sus producciones, como la idea de Dios.

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Hacia una teoría del conocimiento integrada

Carlos Blanco propone que, para una explicación plausible de la mente, es fundamental considerar tres elementos: la percepción del mundo externo, su asimilación interna y la acción consciente. Explica que todo lenguaje neural (sensorial o motor) se traduce en una señal electromagnética, lo que permite la integración de diversas percepciones. Este procesamiento, influenciado por las emociones y el lóbulo prefrontal, conduce a una representación interna y a la conciencia.

Acá se abordan dos desafíos clave: el «binding problem» (cómo el cerebro unifica múltiples estímulos en una percepción coherente) y los «qualia» (cualidades subjetivas como el color azul). Según Carlos Blanco, la comprensión del código electromagnético y el papel de la atención en la conciencia podrían dilucidar estos misterios, aunque reconoce la vasta complejidad aún por desentrañar.

Finalmente, delinea la necesidad de una teoría del conocimiento que integre:

Una teoría de la información, que explique cómo se procesan los contenidos del saber.

Una teoría de la conciencia, que dé cuenta de la asimilación subjetiva del conocimiento.

Una teoría de la demostración, que justifique la certeza del conocimiento mediante evidencias empíricas e inferencias lógicas.

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Concluye, de esta manera, con dos postulados para su propuesta de teoría del conocimiento:

Los fenómenos de la mente reflejan las leyes y la estructura de la naturaleza.

No existen conceptos inalterables creados por la mente humana, exaltando su creatividad y capacidad de trascender barreras.

La conferencia de Carlos Blanco enfatiza la necesidad que la filosofía y la ciencia trabajen juntas para comprender la mente, uniendo el estudio de los detalles (Demócrito) con la visión holística (Platón), pues, sin esta integración, la filosofía corre el riesgo de volverse «fútil y obsolescente».

Resalta, finalmente, con la idea de que el hombre, surgido del polvo, asciende a «cielos insospechados» gracias a su mente y sensibilidad.

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