Después de arrasar en la taquilla mundial con más de 947 millones de dólares recaudados, Una película de Minecraft desembarca en HBO Max. Pese a las críticas mixtas, la cinta ha encontrado su mayor fortaleza donde realmente importa: en el público.
Dirigida por Jared Hess (Napoleon Dynamite), la película convirtió lo improbable en un fenómeno: adaptar un videojuego sin historia fija, basado en bloques, en una experiencia cinematográfica capaz de entretener a grandes y chicos. Jack Black y Jason Momoa lideran el elenco, sumando energía cómica y carisma a una historia donde cuatro inadaptados cruzan un portal al universo pixelado de Minecraft y enfrentan una amenaza que podría destruirlo todo.
Críticos como Johnny Oleksinski la desestimaron como “una caverna de estupidez”, mientras otros como Bilge Ebiri la celebraron como “un pequeño milagro divertido y ágil”. Pero más allá de Rotten Tomatoes (48%) o Metacritic (45/100), el entusiasmo del público —reflejado en un “B+” en CinemaScore y una recomendación del 67% en PostTrak— demostró que esta historia sí conecta.
No es una película que intente reinventar el cine. Tampoco lo necesita. Una película de Minecraft se presenta como lo que es: una aventura ligera, visualmente llamativa y llena de referencias para fans del juego más vendido de la historia. Con criaturas como los piglins, los creepers y escenarios del Nether al Overworld, la experiencia resulta tan familiar como emocionante.
Ya está disponible en streaming desde el 20 de junio a través de HBO Max, lista para que las familias, los nostálgicos y los jugadores redescubran el universo cúbico… esta vez, desde el sofá.
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