Las imágenes, especialmente las fotografías, se perciben como un registro directo de la realidad. Una foto de un evento histórico, un retrato familiar, o una imagen de la naturaleza nos parece un testimonio visual irrefutable.
En este sentido, una imagen puede capturar un instante, una emoción o un hecho con una inmediatez y una fuerza que a veces las palabras no logran. La capacidad de una imagen para evocar una respuesta emocional o para transmitir una enorme cantidad de información de forma instantánea es lo que le da su poder como «portavoz de la realidad».
La matización: la realidad está mediada, no capturada
Sin embargo, para matizar este argumento de forma significativa, debemos reconocer que las imágenes no son una ventana neutra a la realidad, sino más bien una interpretación de la misma. La realidad no habla a través de las imágenes, sino que la realidad es filtrada, interpretada y construida por ellas. Aquí hay varios puntos clave que respaldan esta idea:
La perspectiva del creador: toda imagen es el resultado de una elección. El fotógrafo, el cineasta el camarógrafo o el artista decide qué encuadrar, qué dejar fuera, qué ángulo usar, qué luz capturar. Estas decisiones no son accidentales; reflejan una intención, un punto de vista y un mensaje. La famosa frase «la cámara no miente» es, en realidad, un mito. La cámara solo registra lo que su operador le pide que registre.
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La construcción y la posproducción: la manipulación de imágenes existe desde hace mucho tiempo. Desde el ajuste de contraste y luz en el cuarto oscuro hasta la edición digital avanzada con herramientas como Photoshop, las imágenes pueden ser alteradas para cambiar su significado o para crear una realidad que nunca existió. Esta manipulación cuestiona la idea de que la imagen sea un «testigo» fiel. Incluso sin manipulación digital, la forma en que se presenta una imagen (su pie de foto, el contexto en el que se muestra) influye en cómo la interpretamos.
La interpretación del espectador: una imagen no tiene un único significado. Su «verdad» depende de quién la mire. Dos personas pueden ver la misma foto, la misma imagen, de una manifestación y una ver un acto de valentía mientras que la otra ve un acto de vandalismo. El contexto cultural, las experiencias personales y las creencias de cada individuo son un filtro a través del cual se procesa la imagen. La realidad, entonces, no habla de una sola manera, sino que es decodificada de múltiples formas.
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