Bausate y Meza: El Diario de Lima y su campaña por el primer cementerio en Lima

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El Diario de Lima, escrito y dirigido por el joven extremeño, don Jaime Bausate y Meza, fue el primer medio en advertir en 1790 sobre la necesidad de un cementerio extramuros en la Lima de entonces ante el crecimiento de la ciudad y el riesgo de epidemias.

Hasta entonces los entierros se continuaban celebrando en los templos de las ciudades.

Según una investigación histórica titulada La política borbónica del espacio urbano y el cementerio general (Lima, 1760-1820), cuyo autor es Gabriel Ramón Joffré, en mayo de 1791 existía consenso en las autoridades virreinales respecto a la necesidad de contar con un cementerio extramuros y los miembros del cabildo aseguraban que “todas las opiniones conspiran a dicho establecimiento”.

Paralelamente a los mencionados trámites –agrega el estudio– las primeras informaciones públicas aparecieron en el Diario de Lima, en noviembre de 1790, que anunciaba la novedad y la necesidad de aplicar la reforma.

El Diario de Lima apuntaba, de acuerdo con la investigación y la redacción de la época, que “En sintonía con los decretos oficiales, se criticaba a quienes creían lograban los Difuntos enterrados en las Iglesias mayor sufragio; al paso de ponerse toda atención con los Difuntos, se omitía enteramente, el cuidado debido a los vivos”.

“A la campaña del Diario de Lima se sumó la del Mercurio Peruano y entre enero y agosto de 1791 aparecieron siete escritos al respecto”, se precisa.

La investigación de Gabriel Ramón Joffré agrega, que “no obstante el interés, algo debió suceder ya que el proyecto dejó de ser considerado y no fue retomado sino hasta inicios del siglo XIX”.

El cementerio general de Lima no fue inaugurado hasta el 31 de mayo de 1808 en el área de una antigua chacra del hospital de Santa Ana, “en el sitio más elevado”, extramuros y sotavento de la ciudad, añade el estudio, que menciona que fue erigido por el presbítero, pintor y músico español Matías Maestro, bajo los cánones del clasicismo y luego de la epidemia de viruela que sufrió Lima a fines de 1801 y se agravara en mayo del año siguiente.