Kenya y Keiko: doble personalidad, doble discurso, doble moral

 

Alberto Kenya, el padre, y Keiko Sofía, la hija predilecta, cada día que pasa evidencian que tienen mucho de parecido: doble personalidad, doble discurso, doble moral. Lo que ya se comentaba a voces, acaba de ser confirmado. La hoy precandidata a la presidencia de la República demostró en una conferencia en la Universidad de Harvard, Estados Unidos, que es en definitiva una sucesora irremplazable de su progenitor. Dijo, con una sonrisa angelical, pero en verdad cínica, lo que nunca antes había expresado en el Perú. Puso a buen recaudo el pensamiento autocrático del fujimorismo y calificó de «errores» lo que la justicia ha sentenciado como delitos de lesa humanidad.

Personas cercanas a ella y que han sido contratadas para presentarla de la mejor manera en las elecciones que se avecinan, califican de jugada audaz que busca romper el gueto fujimorista en el que se encuentra atrapada hasta el momento. Es cierto, pero siguiendo el modelo de conducta de quien hoy está preso por corrupto y criminal. Ajena a toda ética, ha caído en consecuencia en desvergüenza, impudor e imprudencia. Elogiar el trabajo de la Comisión de la Verdad, satanizado por todos los que le rodean desde ayer hasta ahora, como Martha Chávez, respaldar la unión civil de personas del mismo sexo y culpar a los médicos de la esterilización forzada de humildes mujeres campesinas, va más allá de lo perdonable. Significa mentirle a la ciudadanía y ocultar sus reales intenciones. Mala estrategia.

Si retrocedemos en el tiempo, vamos a encontrar que con otros argumentos, así comenzó Alberto Kenya Fujimori. Daba la impresión del candidato humilde, demócrata y honesto y resultó todo lo contrario. La hija del déspota está demostrando que es una alumna idónea y hasta qué punto llega su irresponsabilidad. Sus pretensiones de alcanzar la primera magistratura no tiene barreras. Ella presenta en el rostro, cada vez con mayor descaro, una marca imposible de borrar. Lo demostró aquel lejano agosto de 1994 cuando, sin escrúpulos, con temeridad rayana en la locura irrespetó a su madre, Susana Higuchi, para reemplazarla, con una sorprendente frialdad, como primera dama de la Nación. Se quedó en el cargo hasta el 2000 y fue testigo de las atrocidades del autor de sus días. Ahora vuelve a las andadas y en circunstancias distintas. ¿Quiénes le sirven de consejeros piensan lo mismo?

De la personalidad de Alberto Kenya Fujimori se han ocupado reconocidos psicoanalistas. Uno de ellos, Moisés Lemlij, dijo en su oportunidad que uno de los rasgos más definidos era «su olfato para aprovechar las coyunturas». Lo ubicó como un oportunista, que afirmó estar más cerca de los peruanos del grupo «C» y «D», pero que cuando tomó el poder creó su propio grupo super «A». ¿Alguna diferencia con lo que hoy proclama Keiko, cuando habla de reconciliación, de respeto mutuo, de amor por los más pobres? Lemlij ha citado lo que era menester que se supiera, tildando al innombrable de sujeto medio pillo, tramposo, corrupto, pendejo, a diferencia del sujeto probo que genera una ganancia téorica y ridícula, como la honorabilidad y la honestidad. ¿En ese camino va Keiko Sofía con su doble discurso?

Pero hay más al respecto. Augusto Escribens, también psicoanalista, ve a Alberto Kenya como un mentiroso, que se vanagloria de serlo. Desleal, irrespetuoso, falso y sobre todo abusivo. Trae a colación lo sucedido con los evangélicos, incluyendo a quien le acompañó en 1990 como vicepresidente de la República, y luego les dio una patada en el trasero. Algo parecido con el actual congresista Julio Rosas y renunciante al fujimorismo «al que hubiera tenido que desembarcar de todos modos de su lista congresal para hacer creíble el cambio», según opinión de los actuales asesores de Keiko. Rosas es contrario a la unión civil de homosexuales. ¿Hay coincidencia moral y ética politica entre padre e hija?

La psicoanalista Viviana Valz-Gen, excoordinadora de Salud Mental de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, consultada sobre la relación de Fujimori con Keiko, señala: «A su hija la protege entre comillas, pues la ha estado utilizando todo el tiempo. Cuando la hizo primera dama, también. A ella se le ve comprometida solamente con la defensa de su padre, nada más». ¿Alguna duda sobre las principales motivaciones políticas entre ambos?

Teresa Ciudad también fue consultada al respecto. Dijo, entonces, que en el proyecto endogámico de Fujimori participa activamente la gente que lo acompaña. «El ejemplo más claro es, desde luego, Keiko Sofía. El otro día Keiko decía que Alan García quería enterrar a su padre. Al decir eso, está diciendo que las instituciones no existen, pues estarían subordinadas. Esa es, por cierto, una forma muy fujimorista de ver la realidad. En ese proyecto el país es manejado por el líder, no por las instituciones ni por los ciudadanos. Nosotros no existimos». ¿Se entiende qué anima a la hija de Fujimori, precandidata presidencial, a declarar desde una posición autócrata?

El resbalón de Keiko Sofía en realidad no es tal. Todo está preconcebido. Así actuó su padre. Ella es la heredera nata.

 

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