El término «random» (que en español significa «aleatorio») tiene sus raíces en el francés antiguo «randir» (correr a toda velocidad) y llegó al inglés en el siglo XIV. Originalmente se usaba para describir cosas sin orden aparente, como un río que fluye sin dirección fija. Pero su significado evolucionó con los años, especialmente gracias a las matemáticas y la ciencia.
En el siglo XX, «random» se volvió clave en estadística y computación para describir procesos impredecibles. Los científicos necesitaban una palabra para hablar de datos que no seguían patrones, y este término inglés les quedó perfecto. Así pasó de ser un concepto técnico a algo cotidiano.
Pero la verdadera explosión de «random» vino con internet y la cultura meme. En los foros de los 2000, los usuarios empezaron a usar la palabra para describir contenido absurdo o fuera de contexto. Frases como «that’s so random» se volvieron virales, cambiando otra vez su significado: ya no solo era «aleatorio», sino también «raro» o «inesperado».
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Hoy, decir que algo es «random» puede tener varios sentidos. Los jóvenes lo usan para hablar de situaciones inexplicables («¿Viste ese perro en patineta? ¡Qué random!»). También aparece en juegos («un encuentro random») o en apps como TikTok, donde el algoritmo nos muestra contenido «al azar».
Lo curioso es que aunque la palabra parece moderna, lleva siglos cambiando de significado. Lo que empezó describiendo ríos sin rumbo ahora define memes absurdos, chats de strangers y hasta la forma en que Netflix elige qué recomendarnos.
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¿El futuro de «random»? Probablemente seguirá evolucionando con internet. Quizá en unos años desarrolle nuevos significados que ni imaginamos. Después de todo, si hay algo verdaderamente random, es el lenguaje mismo.