Entre el lujo y la protesta: la boda de Jeff Bezos en Venecia desata tensiones en la ciudad

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Lo que para Jeff Bezos y Lauren Sánchez será un fin de semana de celebración, para muchos venecianos representa un símbolo del desequilibrio que enfrenta su ciudad: una postal patrimonial usada como escenario exclusivo por las élites globales.

Del jueves al sábado, Venecia se convierte en sede de una de las bodas más comentadas del año. El fundador de Amazon, de 61 años, y la periodista Lauren Sánchez, de 55, han desplegado un evento de alto perfil con alrededor de 200 invitados que llegarán en yates y jets privados. La isla de San Giorgio Maggiore, frente a la plaza San Marcos, ha sido reservada para el megayate Koru, propiedad de Bezos, mientras algunos de los hoteles más lujosos de la ciudad han sido alquilados en su totalidad.

Entre los invitados figuran nombres como Leonardo DiCaprio, Oprah Winfrey, Ivanka Trump y Kim Kardashian. La ceremonia, rodeada de un fuerte hermetismo por motivos de seguridad, podría realizarse en espacios históricos como la iglesia de la Misericordia o el Arsenal veneciano.

Pero el festejo no está siendo recibido con entusiasmo por todos. Colectivos ciudadanos han protestado bajo el lema “No space for Bezos”, criticando lo que consideran una privatización simbólica de la ciudad. En plena plaza San Marcos, una pancarta con la imagen del magnate y el mensaje “Si puedes alquilar Venecia para tu boda, puedes pagar más impuestos” resumió el malestar.

“Venecia no es un salón de fiestas, es una ciudad viva con habitantes, historia y problemas”, señaló Tommaso Cacciari, vocero del movimiento ciudadano, quien denunció el uso de espacios públicos como decorado para celebraciones privadas. Las protestas podrían intensificarse con acciones simbólicas durante los eventos.

Desde el gobierno local, sin embargo, se busca bajar el tono a la controversia. Simone Venturini, responsable de turismo, aseguró que “es solo uno de los muchos eventos que la ciudad recibe”, y destacó que la boda ha generado empleo para artesanos locales, especialmente los vinculados al cristal de Murano y a la repostería tradicional.

Entre la fascinación por el glamour y la preocupación por el futuro de la ciudad, la boda de Bezos y Sánchez pone sobre la mesa un viejo debate: ¿quién tiene derecho a disfrutar y a usar una ciudad patrimonio de la humanidad?

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