Tragedia y responsabilidad: el caso médico tras la muerte de Matthew Perry

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La muerte de Matthew Perry, recordado por dar vida al entrañable Chandler Bing en la serie Friends, sigue generando repercusiones más allá del dolor de sus seguidores. Esta semana, Salvador Plasencia, uno de los médicos vinculados a su fallecimiento, se declaró culpable de haber distribuido ketamina al actor semanas antes de su muerte.

Plasencia, de 43 años, enfrenta hasta 40 años de prisión y renunciará a su licencia médica. Aunque no fue quien le proporcionó la dosis fatal, admitió haber suministrado personalmente 20 dosis de ketamina en un lapso de dos semanas. Su abogado aseguró que está “profundamente arrepentido” y reconoce haber fallado en cuidar a un paciente particularmente vulnerable.

El caso ha destapado una red de distribución irregular de ketamina, una sustancia inicialmente utilizada con fines terapéuticos pero que también es buscada por sus efectos psicodélicos. Perry la consumía como parte de un tratamiento para la depresión, pero su uso terminó por agravar una lucha prolongada contra la adicción.

La investigación también involucra a otros actores clave. Mark Chavez, otro médico, se declaró culpable por conspiración para distribuir la droga, mientras que Jasveen Sangha, apodada “la reina de la ketamina”, es acusada de vender la dosis mortal. Dos personas más, incluido el asistente personal de Perry, también han aceptado su responsabilidad legal.

Más allá de lo judicial, el caso resalta la fragilidad detrás de la fama. Matthew Perry, ícono de una generación televisiva, vivía una batalla interna que ni el humor ni la celebridad lograron silenciar del todo. Su trágico final expone los riesgos de un sistema médico que, en ocasiones, descuida el bienestar de quienes más necesitan ayuda.

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