Las calles de Katmandú, en Nepal, históricamente escenario de una fe ancestral y un silencio reverente, se han transformado en el epicentro de un clamor juvenil. Lo que comenzó como un movimiento contra la corrupción y la ineficiencia gubernamental se ha encendido en una llama de indignación liderada por la Generación Z ( Gen Z).
Este grupo de jóvenes, nativos digitales y con una conciencia social aguda, ha canalizado su descontento a través de una red de activismo clandestino y la reapropiación de los espacios públicos. La respuesta estatal, brutal y desproporcionada, ha dejado un saldo trágico de por lo menos 25 personas fallecidas.
Un elemento singular que ha polarizado la opinión pública es la figura de Balen Shah, el alcalde de Katmandú, quien es un reconocido rapero. Su ascenso al poder simboliza un quiebre generacional en la política nepalí. Como artista, sus letras denunciaban la injusticia social y la corrupción. Ahora, como líder, su inexperiencia política y su incapacidad para mediar en la crisis han sido objeto de fuertes críticas. Su figura representa el dilema de la nueva política: el carisma y la conexión con la gente pueden abrir puertas, pero no siempre son suficientes para manejar la complejidad del poder.
Nepal: violentas protestas dejan por lo menos 25 muertos y fuerzan la renuncia del premier
La chispa de esta revuelta fue el bloqueo gubernamental de las redes sociales. Lo que se pretendía como un acto de control para sofocar la disidencia, se convirtió en un catalizador inesperado. La Gen Z, habituada a la conectividad instantánea, se vio obligada a organizarse de manera presencial. A través de códigos QR en grafitis, comunicaciones cifradas y el boca a boca, los jóvenes lograron tejer una red de protesta más fuerte y descentralizada. Su ingenio y resiliencia han demostrado que la censura digital no puede sofocar la voluntad de un pueblo. La prohibición no solo no aplacó las voces, sino que las hizo resonar con más fuerza en el mundo físico.
Este movimiento de base ha puesto de manifiesto cómo la Generación Z ha transformado la protesta social. Acostumbrados a la inmediatez y la globalización de la información, estos jóvenes vieron el cierre de las plataformas digitales no solo como una restricción a la comunicación, sino como un ataque directo a su identidad y su forma de vida.
La ausencia de sus herramientas habituales los empujó a innovar, utilizando métodos analógicos con una estrategia digital, demostrando que la verdadera conexión y movilización reside en la comunidad y la voluntad colectiva, más allá de la pantalla. (VIDEO)
Foto captura- Video Televisión Pública Noticias.
