Declaración de Rafael López Aliaga sobre el autismo carece de validación científica

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El exalcalde de Lima, Rafael López Aliaga, afirmó que la cuarentena decretada por el gobierno de Martín Vizcarra provocó un aumento de casos de autismo en el país, calificándolo como un resultado de la «salvajada de Vizcarra». Esta declaración, sin embargo, no está respaldada por datos científicos ni por el consenso médico.

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es una condición del neurodesarrollo que tiene bases genéticas y biológicas complejas. Ninguna evidencia clínica o epidemiológica actual sugiere que eventos estresantes como una pandemia o medidas de confinamiento puedan «causar» el autismo en una persona.

La afirmación del político generó críticas por su falta de rigor, ya que ignora la naturaleza intrínseca del TEA. La cuarentena y sus efectos se relacionan con la salud mental y la regulación conductual de las personas con autismo, no con su origen.

Es fundamental distinguir entre el origen de la condición y las consecuencias de las medidas de aislamiento social. Los estudios de la pandemia sí han documentado que la interrupción de rutinas, terapias y el aislamiento social afectaron negativamente a las personas con TEA, provocando un empeoramiento o intensificación de los síntomas preexistentes como la ansiedad, irritabilidad y las dificultades conductuales.

En el Perú, datos de instituciones como el Instituto Nacional de Salud del Niño (INSN) muestran un incremento en el número de atenciones y diagnósticos de autismo desde el 2021. No obstante, este aumento no es una prueba de que el confinamiento haya causado la condición.

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Este incremento pospandemia se explica principalmente por dos factores: una mayor conciencia por parte de padres y médicos, que permite una detección más temprana, y la acumulación de casos que no pudieron ser diagnosticados durante la estricta cuarentena de 2020, lo que generó un represamiento en los servicios de salud.

Por ejemplo, el Servicio de Psiquiatría del INSN pasó de 1,228 atenciones por TEA en 2019 a solo 644 en 2020 (pandemia), y luego se disparó a 5,648 en 2023, demostrando una recuperación y aceleración del proceso de diagnóstico una vez reabiertos los servicios.

La declaración de López Aliaga confunde un fenómeno de aumento en la detección y las secuelas en la salud mental de una población vulnerable con la etiología de un trastorno del neurodesarrollo. La data disponible solo confirma el impacto negativo del confinamiento en el bienestar de las personas con TEA y la urgencia de fortalecer los servicios de diagnóstico y apoyo.

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